16 octubre 2014

Sin Distinción









Así, como cabezas de ganado
ante dos espeluznantes apriscos,
siendo maños o quizá navarriscos,
igualmente sí somos arrojados.

Señor, evite usted ir apegado
a la tenaz garra del “basilisco”;
no podrá nadie librar el pedrisco
porque dados somos más al pecado.

El Hades, llamábanle el angustioso,
con su eterna voracidad pedante
siempre aguarda al malhechor talentoso.

La que es su esposa, además, comandante
Muerte tiene por nombre tenebroso,
pues quiera o no, siempre va por delante.




No hay comentarios:

Publicar un comentario