21 mayo 2021

#EstrellasDeTinta - Reto mayo 2021




Este microrrelato y relato se engloban en el reto de escritura creativa #EstrellasDeTinta creado por Katty COOL. Las normas son estas para poder participar y así entender la dinámica.

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Sin rumbo



Microrrelato

 

«Hola. Quería preguntarle cómo llegar al norte…» La abuela que me encontré pareció oírme con los ojos. No articuló palabra. La dejé pausada en el poyete de la encrucijada. Pero tal vez tú, lector, puedas ayudarme antes que anochezca…



@0606Anas, mayo

Título: Sin Rumbo

Palabras: 39

Objetivo Micro: #8

Objeto oculto: #30

Estrellas: 3

Recomendación
Molino de recuerdos, @ErikaFortunity, abril

Enlace: 

Comentarios: Ídem relato

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Bajo Cero



Relato


El domingo 8 de enero de 2017 fue verdaderamente un día de los más gélidos en la historia del norte cántabro. Pero los casi diez grados bajo cero que azotaron la comarca fueron lo de menos. Y en esta ocasión, la participación de los vecinos del área que circundaba el Pozo Tremeo, fue inestimable:

Llevaba con este cerca de dos días desaparecida. La última vez que se tuvo nociones de ella fue en un cruce de caminos próximo a la localidad de Rumoroso, tierra de leyendas motivadas por el propio lago. Según se contaba, la última persona con quien habló fue una abuela sentada sobre un poyete situado en ese mismo cruce. Según su testimonio, la joven necesitaba saber qué camino conducía al norte. Y ya había llegado a Cantabria, sólo que no a su destino final. Estaba por proseguir su camino cuando la señora la retuvo para darle y obtener más información. Al parecer, no se percató de las señales, puesto que ya se encontraba cerca de la casa rural  donde hubieron quedado: iba al encuentro de otra chica con quien se mensajeaba vía correo electrónico desde Málaga. Se la veía muy entusiasmada por conocerla en persona. Se llamaba Ángeles Pausini, veintitantos años, tal vez treinta, morena de pelo, metro sesenta y tantos y ojos verdes. Le sorprendió que tuviera una marca de nacimiento en el cuello casi con forma de corazón… y ¡el apellido!, que resultó proceder de su tatarabuelo paterno, oriundo de Faenza y que se afincó en el sur de la península. Pero que si de algo estaba segura era que iba muy apurada. Decidió  acompañarla finalmente en su periplo, al menos hasta la entrada a la casa rural.

Ángeles quedó sorprendida por la agilidad de la anciana; se notaba que era “chicarrona del norte” porque se mantuvo estoica en todo momento ante el frío lacerante sin apenas más abrigo que una capa de densa lana. La recién llegada, en cambio, y a pesar de su anorak acolchado, tocaba las castañuelas con su dentadura de porcelana. Eran casi las ocho y media, hora vespertina del lunes día 2. Al siguiente, resultó que María, su mailfriend, la sorprendió al haber contratado un tour para que conociera más a fondo el pueblo y sus alrededores, incluido el famoso Pozo junto con su flora y fauna. Al bajar a desayunar, sentadas en una mesa de decoración rústica iluminada por un ventanal con muy buena panorámica del paisaje que las aguardaba, releyeron el folleto propagandístico con avidez y resultó que por veinte euros más, el programa quedaría redondo con un viaje en barca para dos por el Pozo.

Tras acallar el estómago, decidieron seguir la ruta programada. Próxima parada: visita guiada a la Iglesia, vestigio arquitectónico de la época barroca, propia del siglo XVII. Luego, les tocaría admirar la belleza de los barrios de San Pedro y Rodil.

Entre el miércoles 4 y jueves 5, se patearon los barrios de Rosales, Escuelas y Pedroa, disfrutando del aire puro del cercano mar y de la hospitalidad de sus habitantes que, aunque larga, la ruta no daba para conocer a sus más de ochocientos treinta. El viernes terminaron por fotografiar La Venta, El Pozo y Tremeo. Por providencia o por mera coincidencia, se encontraron con doña Sofía, la misma señora que la ayudó a ubicarse en el terreno y en agradecimiento, la invitaron a comer en el Café Tucán, a diecisiete kilómetros desde  Tremeo.

Alquilaron un coche modesto.

Tras salir del local, se dieron los teléfonos a fin de no perder contacto.

A partir de ahí, se le perdió la pista.

Dos días transcurrieron intentando localizarlas. Doña Sofía, cansada de pulverizar el teclado de su teléfono y de que los tonos no diesen paso a la melosa voz con deje andaluz de Ángeles o al vozarrón de contralto de María, decidió ahondar en la parte más silvestre de Tremeo, tomar prestado un trozo de la tierra que la vio nacer allá en los años cuarenta y lo cubrió con maleza para luego acercarse a la laguna. Una vez allí, los arrojó a sus aguas de once metros de profundidad, junto con sus esperanzas. ¿Motivo? Según vetustas costumbres de sus ancestros, se debía tener en cuenta la dirección que tomaban sus aguas después de arrojar la tierra: siempre hacia los extremos. Por desgracia, tomó dirección distinta a la del nordeste, es decir, que lo más probable era que cambiara el tiempo. Sintió una punzada en el lado izquierdo del pecho.

Con celeridad, propagó la noticia entre sus convecinos, incluido el dueño de la casa rural. Se movilizaron en seguida como si de una cacería se tratara. Se pusieron en contacto hasta con el periódico y radio del pueblo. Avanzaban las horas y sin rastro, los minutos parecieron hechos de melaza. A cada segundo, lo que en un principio venía a constituir una llovizna, se transformó en perdigonada blanquecina. ¡El Pozo! ¿Qué le pasaba? Debido a las bajas temperaturas, acabó congelándose, casi por completo, sí, como también se le quedó congelada en la memoria la imagen de ese momento que pasó con ellas, ya consideradas como sus hijas a pesar de que no hubiera vínculo sanguíneo alguno. 

«Dónde estarán esas niñas…»

¿Su cabeza? Un volcán a punto de entrar en erupción. Doña Sofía ya no supo qué hacer salvo… ¡El dueño de la casa rural! Casi se precipitaba la noche del domingo 8 cuando llegó allí. Tras hospedar a sus últimos clientes, este recordó que las desaparecidas hablaron de un viaje en barca por el Pozo. A continuación, dieron la alerta al cuerpo de la UME para que mandaran efectivos a la localización. Doña Sofía se sumó a la batida. El mercurio no dio tregua: casi diez bajo cero. «Señora, déjenos hacer nuestro trabajo, agradecemos su colaboración». Compungida de angustia, vio cómo remolcaban la barca con sus dos remos, una mochila negra de la que colgaba un llavero con las iniciales de Ángeles Pausini García y una libreta cuya primera página rezaba: te quiero, María.


@0606Anas, mayo

Título: Bajo Cero 

Estrellas mes: 3

Palabras: 1001

Objetivo Relato: #1

Objeto oculto 1: #13

Objeto oculto 2: #22

Extras

Protagonista femenina, milpalabrista, Test de Bechdel

Comentarios

@ErikaFortunity, micro y relato abril; @sinciforma, relato y micro abril; @isefran, relato y micro abril; @jesusakarton, relato y micro abril

AVISO: No hay contenido sensible (TW) 


04 mayo 2021

#Reto4palabras Semana 32


 Memoria en la vereda





Por querer quiero yo, Soria, 
Retenerte en mi memoria 
Como un tal Machado, 
Al amanecer, encadenado 
Con pasión. Casi con euforia, 
Perderse quiere en la vereda 
De esos campos tan amados. 
¿De Castilla? Más ansiados: 
De Leonor, su estepa en seda.