Cuando
el anhelo es lo único que tengo,
cronista de momentos pretéritos,
sueño dulce terciado a exabrupto,
palomas blancas a patitos feos,
el día a noche que apenas veo,
siento, oigo, cato y vuelo…
Donde
el anhelo es lo único que fluye,
vibración constante, infinito río
que arropa en sus ondas al árbol
caído,
la tormenta trae la calma que
luego huye
entre tanto martirio; entonces, los
cirios
se prenden honrando al destino cautivo.