¿Alimentos imperecederos con fecha de caducidad?
Intermitente.
Hoy, mañana y siempre.
¿La fugacidad del tiempo?
Un momento y es pasado.
Mas, lo tienes presente,
Tanto que al propio lo ves lejano.
Pareces vivirlo
En tu mente ausente,
Porque juega con el blanco
De las próximas nieves.
¿Y ahora, qué?
¿Cuándo estar consciente?
Hay ojos y ojos:
Unos miran sin ver;
Los otros, directamente, no se ven.
Siempre, mañana, hoy...
Intermitente.
Como avezados crupieres, decir que los autores partícipes en este curioso juego de cartas, han ido dejando la suya descubierta sobre este aterciopelado y agradecido tapete literario.
Dichos "jugadores", si no todos, una parte, han desempolvado ese rostro de póker tan necesario para no dar señales anticipadas de que se guardan un as bajo la manga que hará de su jugada una maestra.
Hay otros, más temerarios que se la juegan al todo o nada con la mismísima parca, la cual con inusual frecuencia queda en blanco y totalmente desarmada. ¿Es eso posible? Me preguntarás. Apacigua tu asombro atreviéndote con un buen gámbito de páginas, damas que la pondrán comiendo de sus palmas.
Qué decir de esas otras cartas con las que estos artistas de la palabra juegan a ganar con un full de corazones, donde ni es capaz de resistirse el alma al recordar que un día también alguien conquistó precisamente eso: su corazón, mientras que hay quienes ni cuentan con intermediarios para pintar de vivo color una escalera que conduzca a esa emoción renegada, a fin de quedar frente a ella: cara a cara, y así superarla. ¿Melancolía? ¿Nostalgia la llaman?
Otras tantas son lanzadas para quebrar el silencio, para hablar por lo que se calla, a la espera de que se disipe toda oscuridad hasta entonces imperante si se arriman a la vera de buena lumbre que reconforte entre tiernas memorias. Y los hay que si de recordar se trata, más que eso, homenajean a los útiles con que labran sus campos de letras.
Y, aunque tímidas, las hay que son juramentos de fidelidad no impostada, cartas donde la más absoluta honestidad manda, en un pacto de tinta que incluso a la propia sangre despierta envidia sana.
Sea como fuere, si lo que buscas es conmoverte, emocionarte, sorprenderte, empoderarte, reirte u olvidarte por un instante de la monotonía rutinaria, aquí encuentras las cartas que necesitas para adjudicarte la partida.
Una Antología con rúbrica @TÚMiPoema y Ediciones Passer, que me ha hecho conectar con esas partes de mí que mantenía bajo una luz, por mucho, apagada. Te animo, lector, a estrechar también esos vínculos a los que por alguna razón relegaste a un segundo plano, les hiciste caso omiso.
¡Mis más sinceras felicitaciones!
Y a ti, lector, ¿no sientes el gusanillo ganador?
Sácialo aquí: ✒️
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Que me ilumine su brillo
Mientras sea el anhelo mi suelo
En un tiempo donde el mensaje
—Profundo—
Se diluye en historias sin argumento.
Donde el placer efímero
Se ha vuelto moda de los necios,
Donde el corazón improductivo,
Pronto es tenido por cacharro viejo.
Sin cero el consuelo, a la izquierda
Hace sus números,
Por marcar siquiera una nimia diferencia
Que amortigüe su anunciada y forzada
Caída.
A la que le sigue el ritmo la del pelo,
Pues la presión se agranda
Cuando se le antoja a cualquiera
Sacar los pies del tiesto,
Dejando por migas, como las del Cuento
—Y temblando—
Sus dedos.
¿Y qué tocarán, qué tocarán éstos,
Sino ese mismo suelo sembrado de anhelos,
Anhelos donde
El Mensaje,
Lo Profundo
—De una vez—
Recupere sus sublimes fueros?
La lluvia... es a la tierra
Lo que tus dedos... a mi piel,
Tintinean... cual inquietas gotas
Y hasta aquilatarla... no cesan.
¿Del frío invierno... a la primavera...?
A la flor más blanca... sonrojas;
Al tiempo... al colapso empujas
Y a mi razón... arrugas cual mero papel.
Ojalá... hecha estuviera
De firme... y regio dintel
Para no ceder... entre tus jambas
De puro... y diestro... Gato con botas,
Cuyo simple guiño... derrite a la miel.
Lo que hemos perdido y ganado con el paso del tiempo...
Descúbrelo aquí:
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O...
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Ah, si fuese, si fuese siempre.
(Verso original del poema
PESO DE LAS SUAVIDADES,
de José Domínguez Hoyos.
*Aplicada una ligera modificación aquí.
Con el alma entre brasas
Ese Faquir se escapa
Y por el vaho de los anhelos
Se va dejando envolver
Para a tiempo llegar
A su ansiado amanecer.
Y tiempo es, tal vez,
Lo que cree que le falta
Aunque...
En verdad, y más bien, le sobre.
¡Ay de ese Faquir, ay pobre!
¡Cómo siempre se autoengaña,
Tomando al trigo por cizaña
Cambiando bronce por cobre!
Ah, si no fuese, si no fuese siempre.
La frialdad en la sociedad actual. ¿Habladurías o es un hecho?
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Desconoces qué sucede mientras duermes. Todo oscuro, el ojo incauto del amor se escora en el rincón más oculto de tu habitación. Fija la mirada en esa percha suya, ese porte majestuoso, estoico por no decir, a la vez que esgrime con volátil paso su acrobático y estético porvenir.
Sí, helo ahí: discreto, esbelto, dispuesto a lucir su orgullo regio al tiempo que el blazer de turno cubre y almidona, con gracia, tan tonificada y esquemática desnudez. ¡Bella madurez!
Su dureza de músculos pronto se aviene de una vela a la luz tenue, cuya sombra —prosopopeya de unos zapatos con perneras— juega a proyectarse en los cueros de una cercana pared...
Despierta el día. No ves a nadie salvo su evaporada esencia, mas tus labios aún recuerdan trasnochados los suyos, cuando en eternizadas horas, incendiarias e indecentes, te entregaba en volandas cierta llave contra aquella misma pared...
Pareciste por un día derramarte de mi mente
Cual lágrima tardía del deshielo de las nieves
Anunciando, de la viva primavera, su venida.
Allí estabas por un día; al siguiente, tierra baldía
En la que se abre camino un lecho fingiendo ser tu pecho
Y, sin embargo, tras de sí, va dejando el pulso de tus latidos.
¡No, no por favor, que no me ahoguen en desértica sima!
Conscientes de no tomar más de lo que puedan dar,
Se dispongan a colmarla de un amor octogenario
Al que le de por vivir sin permiso de su amo...
Un instante por un día.
O lo que a tiempo un Sabio dijo?
¿Tres antifaces  a enmarcarla 
No van al Espino?
Como viva en lo inerte,
Está la que perenne esparce
Recuerdos sembrados de olvido.
¿Tanto tiempo ha pasado?
Es curioso que tan sólo un segundo albergue tantos momentos, desde el mirlo que salta de rama en rama en busca de su juguete mientras es el crepúsculo quien lo baña. E igual las copas duermen sus hojas hasta el despertar del alba.
Pero, insisto, ¿tanto tiempo ha pasado?
Canta el gallo a la espera del Rey Astro y sus rayos, cual trovador de juglaría, a que anuncie un nuevo día. Ramas de rayos, sus rayos, encendidas invitan al mirlo, mariposas y avispas a enredarse en sus licores, tintes que colorean la vida.
Y en medio, yo, cual paria sin prisa, como observante de mí misma, veo en todo ello el afanado trasiego plasmado en mi ejército de hormigas que, por cierto, ¿son quienes el tiempo cuentan y acuñan?
Luna de plata.
Luna pisciana.
Te tildan de azul,
Mas por querer compartir
Hasta el mismo mes,
No viniste sola,
Viniste con tu hermana.
Una, en el primero.
De últimas, tú.
Luna pisciana.
Luna de plata.
Presidías la noche tibia
Jugando al escondite
Entre tus amigas las brumas.
Ni las estrellas querían eclipsarte,
Quedando a la deriva sólo una.
Astro de mis sueños,
Astro de mis locuras...
¡No te esfumes, eres importante!