Gota indecisa, ruedas al borde del desamparo.
Ya era de noche.
Ahora vuelve a serlo
Y me doy cuenta
¡De que era un molino de viento!
Cáscara de nuez
Lanzada mar adentro
En mitad del revuelo
De oscuras voces
De, tal vez, su corte.
Pléyade gritando fuerte
Que no olvide de dónde...
De dónde viene.
Pues ¿cómo volver
De donde nunca saliste?
Ya era de noche.
Ahora vuelve a serlo
Para volver, sí,
A arder por dentro...
Me pregunto
Muchas veces
Dónde estará
Esa ciudad
Detenida
En el recuerdo.
Impasible,
Invulnerable,
Al temible devenir del tiempo...
Ciudad a la deriva
O... tal vez, no,
Siendo ilusión,
Mero reflejo
Asomado al Douro.
Ciudad de viajeros,
Viajeros de anhelos,
Donde reposan
Su sueño bohemio
En su efluvio:
Efluvio del Duero.
[…]
¿Embriaguez del Oporto?
Embriaguez... del Oporto.
Pobre de ti, Estatua de Sal
Que, sin querer, ves la vida pasar.
Ves pasar hasta a una perdiz,
Nerviosa por que a sus polluelos
Les crece, en lugar de pico, una nariz.
Y de tan quieta que estás,
Cuida que no te salgan orzuelos,
No sea que, por ojos, luzcas su cicatriz
De tanto mirar al infinito,
Donde crees que perdiste tu libertad
Casi como monje capuchino.
¿Qué nos dice hoy el cine, la música, la literatura o el teatro sobre quiénes somos?
"Dime qué personaje de ficción eres y te diré quién eres realmente."#QuizTime #Cultura #Bohemia @2radiocomplices
— Anastasia Sopale Thompson (@0606Anas) April 1, 2025
Luna nueva en el Sol
Arraiga en las nubes,
Va ahí sin solicitudes,
En mutua virtud su amor.
¿Adónde vas, por qué huyes?
¡Muéstrate en todo tu ardor
Y coloréate en tu arrebol
Mientras restas latitudes!
Tu haz clávame en el pecho
Para que inserto quede
Tu pálido deseo:
Ser bello satélite
Que trasciende el recuerdo...
¡Que vive y nunca muere!
Cuando vas a mi lado
Más me asemejo
A la Rosa de los vientos,
Pues mi flecha al norte
Cree que dispara, pero en verdad
Apunta en particular
A ningún sitio, siendo
Puro vicio de un tálamo
Sin hipo a ritmo continuado.
Cuando vas por delante
Pareces regirte a golpe
De mazo justiciero
Con ganas de encerrar
En su propia cárcel
A mi yo más fiero.
Vengo entonces con mi abogado
Del diablo y su infame alegato
Para sacarte de quicio sin justo juicio.
Cuando vas por detrás...
¡Puro fandango!
Que mis palmas en comparsa
Acompasan y en cadencia toman
El golpeo de tus manos en la caja
Al llorar las cuerdas sus notas
Cuando soy muñeca de tu guitarra.
«Déjame ser la persona
Que por ti beba los vientos,
Que por tu nariz se cuele
Por ser tu único sustento.
Ábreme esa tu ventana,
Será nuestra puerta al cielo
Donde podremos levantar
La rampa hacia los sueños.
Eso me gustaría ser,
Para envolver tu cuerpo
En días de abrasante
Calor que rompe el silencio.
Eso me gustaría ser,
Silicio que huela a viento.»
Desconoces qué sucede mientras duermes. Todo oscuro, el ojo incauto del amor se escora en el rincón más oculto de tu habitación. Fija la mirada en esa percha suya, ese porte majestuoso, estoico por no decir, a la vez que esgrime con volátil paso su acrobático y estético porvenir.
Sí, helo ahí: discreto, esbelto, dispuesto a lucir su orgullo regio al tiempo que el blazer de turno cubre y almidona, con gracia, tan tonificada y esquemática desnudez. ¡Bella madurez!
Su dureza de músculos pronto se aviene de una vela a la luz tenue, cuya sombra —prosopopeya de unos zapatos con perneras— juega a proyectarse en los cueros de una cercana pared...
Despierta el día. No ves a nadie salvo su evaporada esencia, mas tus labios aún recuerdan trasnochados los suyos, cuando en eternizadas horas, incendiarias e indecentes, te entregaba en volandas cierta llave contra aquella misma pared...
«Los días se quedan cortos.
Las noches se eternizan, en contra,
Al evocar la mente su recuerdo,
El cual, como quemarme los dedos
En el fragor de su pecho se me hace,
A no ser que la Vida se apiade
Y acabe dándonos un vuelco,
Transforme movedizas arenas
En sólida ceniza
De la que ese amor resurja,
Desatadas sus cadenas
Que, a fuego, subyugan.
¡Hágase el rearme del deseo
Que en nada difiere del desarme
De los cuerpos
En pos de su incunable camafeo!»
¡Hola, amiga mía! ¿Qué tal estás?
¿Me aceptarías un regalo?
Deja que te traiga un tango
Del cual nunca te vas a olvidar,
Que tengo yo en tensa cuerda,
De notas ebrio el acordeón
Y mil quinientas vueltas de tacón
Para una trenza armar con tus piernas.
Y las mías, que se dejan llevar
Al son de tu espléndida figura
De esbelta y grácil garza zancuda
En su propio estanque celestial.
Mi cabeza por ti se gobierna:
Mis gestos se entregan con devoción
En una danza que hace el amor
Con cada giro de tu silueta.
🌹
Desde el batiscafo que soy
Me sumerjo en tus aguas
De serenidad profunda
Cuyas coordenadas fijan mi radar,
Dejándome por ellas guiar
Hacia el latido de tu tierra,
Llanura abisal fecunda
Donde arrellanarme en tu marea.
Pocas parecen veinte mil leguas
Embebidas en tu alma conspicua
—A la cual me hice ya asidua—,
Si contigo siempre es hoy.
Dijo un pastor a su oveja:
–El Universo que nos rodea
Suelta su tormentosa cometa
Trasteando en su buhardilla,
Resuelta a ‘el juego de la silla’
Entregarse, para luego ella
Lanzarse deprisa a por la suya:
La más lustrosa o vanguardista,
Aquella con la que dejar huella.
–¿Pero cómo se llama la niña?
–Creo que ya sabes la respuesta.
En mi minuta
Primero queda registrado
Tu nombre,
Entre abrazos, risas,
Caricias y llantos,
Ósculos memorables,
Prolongados, profundos,
De persuasivos acordes
Que acompañan y mecen
A dos seres ahítos de licores,
De regaliz emanados, destilados
En el fragor de vibrantes sábanas.
Registra mi minuta
A ciertos desaciertos,
Venturas y desventuras
De esas noches blancas
Entre farolillos de alfajor
Y muñecos de resorte.
Protagonistas consortes
De espectáculos de variedades,
Donde por mancias o embrujos
Y toda suerte de hechizos,
A ambos,
La naturaleza trastocan y cambian,
Cual vino: de rosado a tinto,
Hasta perder el sentido,
La marcha y el ritmo.
Dos títeres en sí mismos,
Presas de un corazón prohibido.
Porque no sabes con quién vas a encontrarte en una estación cualquiera...
(Nota: en los comentarios figura el relato).
https://youtube.com/shorts/Bt25vIVQJws?si=chxRpXKeSnx9mRYK