Como el vaivén de las olas
cuando lamen la orilla
de las playas,
Así llaman los ángeles guardianes
A aldabonazos a la puerta
Que, de una sola,
Abre sus hojas de vez en cuando
Y por ella asoma la inaudible,
Al tiempo que estridente
esperanza.
A llevarse tu corona
De espinos vienen pues, los guardianes
Sutiles, otros de escándalo,
Todo a fin de no dejarte
Sin amparo.
Darte cuenta de que no estás solo,
Aunque a solas viniste a estos lares,
Es la virtud que te exigen Aquellos
Como pago.
Y dejar cargos de conciencia a un lado
Si se ha de cruzar el arco dorado
Sin que ello suponga
Un fracaso.
Aciago es el porvenir del negado
A admitir que su existencia
No pivota únicamente en materia,
Sino en una inmensa Luz
Que la argumenta.
Demos gracias
A que, por suerte,
Atrás quedando
Va la época
De lluvia y rayos.
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