25 octubre 2021

Sentirte quiero






#Reto4palabras 

Respirando me dejó tu amor infiel a través de una maldita cicatriz, la misma que, cual llama del averno, carboniza el crepúsculo de mi apocado sentir. Y aun así, en ese poema que compusiste y con el que me obsequiaste al morir, sentirte quiero y quiero vivir.

15 octubre 2021

Uno, dos, tres... ¡Libertad otra vez!







«—¿Cómo te llamas?—Amal.
—Soy sargento de la armada española. Ven conmigo, que yo te protegeré mientras arreglamos lo de tus padres; pronto estaréis juntos».

…………


Uno: No sé leer, contar... casi, pero lo que sí sé es que me moría de ganas por que mis papás montaran en el avión conmigo. Justo hoy, 20 de agosto de 2021, me ha dicho el sargento que llevo una semana en España y que, junto con otros niños y niñas de mi edad, somos afortunados por haber conseguido huír de los talibanes que están arrasando nuestro país.

Dos: Como el resto, echo de menos sentir de nuevo bajo mis pies el calor de madre de nuestra tierra, pero sueño con que el sargento y sus hombres lleguen algún día a limpiarla de la sangre que la ahoga para plantar allí mi huerto, como siempre les he dicho a mis padres. Pero no están para ayudarme, son ellos los que necesitan ayuda. Rezo cada día como me enseñaron para que vuelvan pronto sanos y salvos, pero parece que es poco. No sabré leer, pero me aprendí de memoria algunas frases del Corán que cantaban mis padres. ¿Te cuento un secreto? Creo que en realidad esas frases son hechizos que harán que se salven de esos monstruos que no quieren vernos felices. ¿Tuvieron ocho años alguna vez?

Tres: Es 30 de agosto. Mis padres no llegan. El sargento me ha traído una muñeca de trapo. Me ha dicho que le ponga nombre, pero no sé cuál ponerle:
—Se te ve lista. ¿Qué es lo que más te gustaría tener en estos momentos, aparte de tus padres? Podrías usarlo como nombre.
—¡Gracias, sargento! Pues... vivir como antes, sin guerras ni monstruos. Vivir en «libertad otra vez».... Entonces... ¡Libertad la llamaré!

El bandolero de medianoche







Cuenta la leyenda que un tal Marcial del Río, apodado 'el embrujado', era un bandolero que embarcó como polizón en un mercante entre tanta morralla que ahogaba las bodegas. Condenado al garrote por supuesto asesinato, logró burlar a la guardia real disfrazándose de anciana desvalida.
Aprovechando el tumulto del muelle, intentó huir metrópoli y campo a través. Unos agentes del orden lo capturaron pero consiguió embaucarlos con un poco de vino que consiguió hurtar. Sin embargo, unas extrañas voces lo abordaron. Medio poseído, estaba plantado a los pies de una gran montaña. Casi se mareó al alzar la vista impresionado por su inmensidad. Le invitaban a llegar a la cima bajo la promesa de que era el elegido para recibir un mensaje. «¿Quién sois, cómo me pedís semejante atropello?» No obtuvo respuesta. Sin dar crédito, notó cómo su cuerpo era impulsado a escalarla. Con habilidad pasmosa pudo encumbrarla. Para su sorpresa, se trataba de un volcán pero un tanto peculiar: al asomarse al cráter, halló el prístino rostro de la mujer a la que supuestamente dio muerte.

Queriendo acariciarla, lo detuvo el coro de voces:

—¡Detén tu empresa, Marcial del Río! ¡Somos las Diosas de Entre Mundos! Estás aquí porque sabemos que intentaste evitar que mataran a una campesina, mas te culparon. Ahora bien, pesa sobre ti una elección: tocar la lava ambrosiana y ser condenado a vagar solo y por toda la eternidad en la linde entre lo terrenal y lo celestial, sin posibilidad de cruzar a ninguno; o bien, descender nuestro volcán milenario y convertirte en el héroe que necesitan los oprimidos, no sin antes luchar ayudado por el poder que te otorgamos aquí para lograr la gloria y salvar tu mundo del desastre a que está abocado...

«Madre me dijo que cuando nací vio algo especial en mí. Hoy, sé por qué.»