08 marzo 2019

Lo No Manifestado





Cuando
el anhelo es lo único que tengo,
cronista de momentos pretéritos,
sueño dulce terciado a exabrupto,
palomas blancas a patitos feos,
el día a noche que apenas veo,
siento, oigo, cato y vuelo…

Donde
el anhelo es lo único que fluye,
vibración constante, infinito río
que arropa en sus ondas al árbol caído,
la tormenta trae la calma que luego huye
entre tanto martirio; entonces, los cirios
se prenden honrando al destino cautivo.
 

Porque
el anhelo es lo único que mantiene
la carne a flote, presa del tiempo,
rumor de un final que se antoja cercano,
taimado, polvoriento, mejor lejano…
O quizá es la mente cómplice en el cuento
y terminar, así mismo, siendo conscientes
de que provenimos de lo no manifestado.

Quien
el susurro del silencio encuentre;
quien más allá va, sin reservas, sin freno;
quien sepa entrever y ver lo que se esconde
entre bambalinas del ente finito, del cuerpo,
ése, ése será quien desmantele el secreto,
que a buen o mal recaudo, llevamos inserto,
a fuego lacrado, ora hendido, ora ensalzado:
el anhelo del ser de luz, del Ser Interno,
inconsciente y obviamente obviado…


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