16 octubre 2014

Haya Paz








 

Fue silencio una noche de verano,
en medio de una inmensa quietud
e igualmente colmada en plenitud,
cual masacre derriba una multitud
enzarzada en trance cercano
a dispar huerto de secano.
“¡Acérquense con la mayor prontitud!”,
casi atinaba a decir un coreano
para que se diesen la mano
como dos célebres hermanos.

Despierta entonces una gran inquietud,
pues ni nobleza ni exactitud
fueron sendas adoptadas temprano,
saludando así al soberano,
quedándose por ello liberados
del yugo con que fueron amansados,
convirtiéndose en imagen de virtud
y dejando de un lado la ingratitud.



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