16 octubre 2014

El Fruto Prohibido








Como el aleteo de un colibrí
palpita un corazón
que, otrora, hallose prendado de ti.
Juguetón fue y con razón,
pues aún su alma pueril
perseguía una obsesión,
y de forma muy sutil:
una casquivana libación.

Pero de súbito me conmoví
al conocer la admiración
que por aquel sentí
al verlo lastimado por tal tribulación,
una que mostró su perfil
de tremenda destrucción.
Mas supo él, al fin,
resistir a tan intensa situación,
la cual, le impedía vivir.

¡Vuela alto amigo tan gentil!
Así encuentres salvación
en tu ir y venir.
Mientras, voy y vengo así mismo,
mas de un solitario jardín
perdido hoy en la memoria
de una “anciana” ya senil.




No hay comentarios:

Publicar un comentario