Con la tenue luz del Otoño,
por una senda danzando vamos
y por colorados castaños, rociados,
cuyas vidas a ambos inocularon.
Mas un denso muro fue el estorbo,
pues las noches fueron más noches
y la oscuridad más aún profunda,
tal que este frío a prueba pone
el Candoroso de los corazones
el Candoroso de los corazones
que para, la postre, nos confunda:
Cuando el día se apague,
sea el Dorado quien brame;
cuando aquel se encienda,
sea la Blanca quien llame.