02 septiembre 2015

El Pez enamorado




Mientras el cielo permanezca en blanco,
se quebrarán mis ‘espejos’ de tanto ‘llover’,
pues cuanto más quiero e intento odiarte,
más te quiero y poder quisiera querer
el ánima, imbuida por toda su desnudez;
que si Barrabás el pan del pobre robaba,

el pobre
y
mío corazón
hurtabas

cual carterista del amor que de ello se jacta
y en su plexo de esparavel me embrollaba,
convertida ya en pez.

Mientras el cielo permanezca en blanco,
turno ës de rumiar mi mayor condena
que es amarte como te amo, mas no me dejas;
tú no me dejas demostrarte antes que muera
y muero yo y mis mil seis noches en vela
esperando verte, mas tu umbría queda,
pues alzo la vista y tu penumbra aprieta
hasta –tumefacta– perder la entereza
por fiero laudo tuyo, el cual me golpea.

Tal es mi  única y lacónica esperanza:
 que ruede y reluzca la realidad
cual amanecer agónico
en su penúltimo
inspirar

…a… m… o… r…

por todas sus letras.
 
 
 
 

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