Una historia que te obligará a pensar diferente para desenmascarar al autor de más de veinte años de terror en las calles.
Una historia que te obligará a pensar diferente para desenmascarar al autor de más de veinte años de terror en las calles.
Se oyen gritos en la noche,
Decibelios cual puñales
Sentenciando con ecos de pasiones.
¿O es la mente quien desvaría,
La que se sueña volviendo a la Vida?
Quizá no distinga realidad de ilusiones.
Quizá despierte entre duchos tambores
Contoneando en la oscuridad estrellada,
Como en ritual oculto, su etérea figura
Para hallar compleción
O, acaso, coherencia,
Albores de miradas indiscretas,
En ofrenda al Cénit donde habitan sus dioses...
Matarte a besos
Para a inocuos mordiscos comerte.
El silencio fenece
Para a la total entrega dar paso.
Contarte al oído
Que nos hemos tenido y tenemos siempre...
Una aproximación
A experienciar el infinito enamorados,
Donde me lleva... sin regreso
Tu imantada pasión
Cual inercial elíptica entre dos astros.
Pareciste por un día derramarte de mi mente
Cual lágrima tardía del deshielo de las nieves
Anunciando, de la viva primavera, su venida.
Allí estabas por un día; al siguiente, tierra baldía
En la que se abre camino un lecho fingiendo ser tu pecho
Y, sin embargo, tras de sí, va dejando el pulso de tus latidos.
¡No, no por favor, que no me ahoguen en desértica sima!
Conscientes de no tomar más de lo que puedan dar,
Se dispongan a colmarla de un amor octogenario
Al que le de por vivir sin permiso de su amo...
Un instante por un día.