Pasión, furor, nirvana;
alocado y exaltado
es el querer humano,
cual de flor en flor vaga.
Goce, ardor, la Toscana;
abnegado y envidiado,
suspirando taimado
él quedóse sin habla.
La catedral, labrada;
fausta, ¡sorpresa, exalto!
Vencido en arrebato,
su espinazo combaba.
Cielo e Infierno se aunaban;
crepúsculo, ¡milagro!
A solas, ese rayo
que un momento lloraba.
Aire, brisa, sábanas;
los fantasmas colgados,
uno de ellos alado:
De un ángel se trataba.
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