17 febrero 2015

La Muñeca Rota








Desatábase una tempestad
por vez primera en una noche.
Creen que un cinto fue de castidad,
sin cobardía ni reproches...

Rota una muñeca, un momento
entera mirábase al espejo;
rostro diáfano de integridad,
mas perdido en onda oscuridad.

No fue la vejez su talento
ni el ocre de pasados sueños;
sí, pues, su oculta ïdentidad
que carcomía con ansiedad.

Cual termita en movimiento
que va en pos de su alimento
su huella dejaba en una oquedad,
trémula ante tan cruel impiedad.

Una ninfa en su aposento
observaba con esperpento
su desfigurada realidad:
le fue quitada su humanidad.

¡Pobre muñeca! Ora sarmiento,
ora brizna que eleva el viento.
Por vano don de una voluntad,
con una veleta hace hermandad.

He aquí el final del cuento
y aún dejándonos sedientos,
pues no bebimos la eternidad
de la ambrosía en la deidad...




No hay comentarios:

Publicar un comentario