Se esconde de noche en soportales
en su contubernio congregada
a cuatro patas “la mala suerte”.
Rondando a veces por los mil puentes
tristes felinos, gatitos negros,
en centro de males convertidos
tan injustamente por la gente,
pues la misma “la” busca y con creces.
¿Qué culpa habrá en los pobres mininos,
seres vivos que hizo Dios negritos?
Templar el hierro con su propio yerro
es, entonces, de gente ignorante.