Asombroso es de la noche
ese tu insomne paisaje,
pues nadie sabe en él dónde
las “luciérnagas” se esconden.
Tú las buscas, ellas corren
y en su lugar, hallas cobre.
Es que estas ya ni comen,
iluminan con sus trajes
todo el miedo y temores
a que tus ojos, por “hambre”,
vengan pronto y las “devoren”.
Pasan hojas de almanaque
y tú nunca las escoges;
es por ello: lo que siembras
tú, nunca tú lo recoges.
¡Déjalas, que ellas reposen!
¿Puede el cobre hacerse
bronce?
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