Liese la manta a la cabeza
Que el pedrisco, cual tigre, acecha
—Taimado, sibilino—,
En pos de la liebre libre
Que incauta bebe en natural aljibe.
Aguas mansas la acompañan
Al tañido de una campana lejana,
Cual tamborrada de golpes secos;
Prefacio de sentencia en firme.
Una premonición: el azufre llena el aire...
Y el vacío que ahora deja, ocupa
El alma libre de la liebre ilusa.
