03 agosto 2025

Otros Lares: Un Viaje Literario Único

 




«El sueño es una obra sin director,

pero con guión secreto.

Una dimensión con lenguaje propio,

que no se aprende,

sino que se recuerda al despertar

como un eco mojado en la orilla de lo real. [...]»



Me imagino, lector, que en alguna ocasión habrás degustado y, más que eso, te has dejado arrastrar por la tentación de lo dulce logrando evocar recuerdos tuyos, por ejemplo, cuando devoras un "Kinder Sorpresa" no sólo para deleitarte con el chocolate y nata crujientes de esa cáscara edulcorada, sino por apaciguar las ansias de descubrir qué se esconde en su interior...


Y justo eso es lo que me sucede momentos previos a dar inicio a su lectura. Pues bien. Como todo apunta a derribar, a romper estructuras, OTROS LARES no puede ser menos. Al contrario: se presenta como una nueva, y construida desde lo que siente o "ronronea" el corazón.


Así, estas páginas nos sumergen en un viaje donde nuestro autor, Fran J. Tapia Lobo, se deja entrever a través de sus distintas facetas. Digamos que se va desprendiendo de sus capas hasta quedarse —y mostrarnos, por ende— su yo esencial, sin añadiduras, sin decorados extras, sin filigranas superfluas. Es más, y encontrando el símil que mejor se ajusta en las famosas muñecas rusas (matrioshkas), descorchamos en un primer acto al "locutor y director de radio", en un intento de ofrecer al público oyente su propia perspectiva y reflexiones acerca de lo cotidiano y de lo que nos acontece en la actualidad, pero desde un punto de vista más humano, más cercano y cómplice con frases como «Los hombres deben respetar a las mujeres porque son personas», en defensa a ultranza de la igualdad, ya no sólo de género, sino entre seres humanos por el simple hecho de ser eso: humanos. Y con más semejanzas que diferencias.


Conforme seguimos avanzando, nos enfundamos poco a poco otra de sus "camisas", en este caso, la del ensayista. Aspecto que me sorprende, dado que lo conozco más bajo el atuendo de editor y autor. Y lo cierto es que resultan muy útiles las pistas que nos va dejando respecto de a qué atenernos en todas las obras en que su presencia es clave en el acompañamiento de los autores —incluidos clásicos—, con quienes trabaja codo con codo para que el proyecto, la obra final no sólo sea atractiva a los ojos, también que resuene con mayor facilidad en el alma de todo aquel que se nutra de cada palabra ahí escrita, ya inmortalizada. A mi entender, Fran juega a ser el conector, el puente que anula las discrepancias y distancias entre justo eso: almas que se proponen dejar su huella para que otras tantas las sigan.


Pero no queda ahi, porque a continuación y casi peinando esos mechones finales, nos descubre unas cuantas piezas suyas a fin de armar el puzle que representa su personalidad, donde enarbola la bandera de la sostenibilidad lanzando al aire una pregunta: ¿cómo medirla? Personalmente, me aventuro a contestarla con otra: ¿y si esa sostenibilidad (tecnológica) dependiera de la proporción? Porque en un mundo cada vez más digitalizado, considero que el verdadero riesgo pasa por convertir la realidad virtual o metaverso en una especie de puerta giratoria que refuerza aún más el simulacro. ¿Otro sueño sin director... del que podemos despertar efectivamente? ¿Es ese el beneficio intrínseco: que la tecnología nos despierte?


Ahora, sin más preámbulos, que no subterfugios para llegar antes y de cualquier manera, hago la parada que para mí es obligatoria: desvelamos al poeta, al artista y creativo de nuevas experiencias, ya lejos de tecnicismos, de la pura y metódica estrategia, donde captamos, recogemos y abrazanos sus pedazos de vulnerabilidad mientras se continúa deshaciendo en elogios a su Madrid a través de tiernos recuerdos vividos en la capital con «cariño bonito». O nos transporta a esa infancia con imágenes poderosas tal que ese «río que busca bañarse en el amanecer», misma infancia que pasa por alto los avatares rutinarios y simplemente es y... deja ser, sin críticas huecas, sin prejuicios dañinos. O cuando nos habla del destino, definiéndolo como un «sendero lleno de errores» con los que, creo, deberíamos aprender a bailar dado que ¿cómo sabemos que no vivimos dentro de una gran obra de teatro, que no somos los actores de una superproducción cósmica? ¡Démonos la bienvenida al espectaculo!


Quizá podamos frenar el ruido mental suscitado a raíz de ésto cuando nos atrevamos a cruzar ese «Umbral» que nos comenta J. Tapia Lobo. Como se autoproclama nuestro Fran «con ese esfuerzo que no urge», sino surge desde el maullido más quedo del alma que musita, «rosa del reloj» con la que se orienta tu vida en el espacio - tiempo, a fin de postergar el «Ocaso», entre cartas escritas desde nuestra propia «celda» con objeto de abrir sus puertas, a modo de entremés en este «carnaval»: «La procesión» de Simbólicas y Acuarelas, pero de nosotros mismos en realidad, de nuestro propio reflejo...


Nadie dijo que fuera sencillo y, sin embargo, empezar a o salir de la mátrix también pasa por la lectura de este libro, el cual os recomiendo, con ese mismo cariño engalanado en ronroneos.


¿Te atreves a esbozar tu propio guión, tus... OTROS LARES?


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