Viniste a mí cual glorioso relámpago,
Sin avisar, convirtiendo en arenas movedizas
Mis más que sólidos estratos.
Viniste de pronto como marea alta
Arremete contra estoico peñasco
En una tarde sin sombras
De un Lorenzo haciendo estragos,
No sé cómo, me fuiste llegando
Y llevando a ese punto
En que sólo atendía a tus sutiles reclamos.
Paso a paso, metro a metro,
La distancia se iba acortando,
Hasta hallar el cruce esperado
De miradas prudentes pero,
Por dentro, cual rucios desbocados.
Y justo es lo que viniste buscando:
Una unión, por fugaz que fuera,
Bocado... a... bocado...
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