07 marzo 2024

Llueve





Llueve. ¡Ya quisiera que de cada una de las cristalinas gotas germinara en mí una nueva tierra todavía más hermosa! De mi interior, las que asoman son tiernas rosas con  labios cincelados expresamente para retenerlas, cual si dolientes cántaros fueran.

Y llueve, acaso, ya con disfraz de doradas lágrimas cuando es tu sol el que sobre ellas se ampara, se espeja. Pero llueve, porque el cielo se derrama en la dicha de ver que puedes... ir más allá de tus ficticias fronteras. 

Llueve... Y llueve a fin de que en tu aventura no te detengas... prosperes. Despliega las alas que sepultaste en la nieve, para que no te doliera ignorar a sabiendas que el secreto de la vida eterna lo encerraste entre sus tersos pliegues, los de una piel que antaño hasta la locura adoraste. 

Sí, en efecto, te hablo a ti, mi yo del espejo, mi yo salvaje... Y te insto a dejar de ser mi reflejo que, por torpe, a aquella piel dejó correr sin conocer muy bien dónde ubicar el norte. 

Sí, llueve, y sigue haciéndolo, porque nunca nos atrevimos a decirnos te quiero... Dos palabras, un universo, animándonos a permanecer despiertos... Destino austero, desde entonces, es quien la quebrada suerte abriga.

Llueve... un millar de alfileres que al indeciso alba prenden; agujas, por cuyo ojo se inserta y enreda mi hilo de plata... 


No hay comentarios:

Publicar un comentario