«Los tiempos cambian pero, más que cambiar, se repiten cíclicamente con ligeras variaciones. Bajo dicha premisa, esta novela me invita a hablar sobre la teoría acerca de la existencia de… ¿vidas pasadas?, ¿de cómo su influjo persiste a lo largo de la propia vida de cualquier individuo?, ¿de que dicha influencia puede que no sólo abarque años, lustros o décadas sino también siglos (como es mi caso)? De lo que sí os hablo con total seguridad es de la reacción ante situaciones límite, de cómo el Destino acaba reubicando cada “pieza” en su lugar, eso sí, a su debido momento; y de cómo el Amor (no sólo por uno mismo) acaba triunfando….
»En este sentido, comencé mi andadura como Leonard Orson Owen, soldado voluntario del Ejército del Potomac, luchando contra las aspiraciones secesionistas de la Confederación, imperante en los estados sureños durante la Guerra Civil para luego volver a la vida, ya inserto en nuestra era, bajo una nueva identidad: Noah David Brown, encarnando así al médico que pedí desesperadamente instantes previos a fallecer en acto de servicio, viéndomelas desde entonces contra enfermedades del Sistema Nervioso Central –vía quirúrgica– en uno de los mejores hospitales de Los Angeles, California.
»Sin embargo, no fue ése mi único “frente abierto”, pues en esta reencarnación descubrí que no vine solo; me vi envuelto en una relación amorosa apasionantemente conflictiva; intenté incluso convivir con las incursiones esporádicas en mi día a día de “mi supuesta vida pasada”, si es que no es producto de mi delirio por culpa de mis constantes dolores de cabeza, además de compaginarlo todo con mi otra faceta: la de espía. ¿Mi misión? Es un secreto, obviamente. Sólo me atrevo a compartir contigo dos palabras: Normand Jones, o N.J. que es como lo conozco. ¿Habrá algo más tras este sujeto y que no conste en la información suministrada por mi mentor? Con independencia de aquello, espero que mi carrera como médico no se resienta por semejante compromiso. Mi gran temor, no obstante, es verme obligado a luchar contra mí mismo como daño colateral. Lo único que saco en claro es que TODO empieza y termina en CASA…»
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