Este microrrelato y relato se engloban en el reto de escritura creativa #EstrellasDeTinta creado por Katty. Las normas son estas para poder participar y así entender la dinámica.
AVISO: Hay presencia de TW en el relato.
...Para siempre
Microrrelato:
El verdadero valor
de la amistad es el que hallé en aquellas tardes de Pepsi y Hawaiana donde demostraste
que más que amante, mejor fuiste como amigo…
@0606Anas, abril
Título:...Para siempre
Palabras: 30
Objetivo Micro: #4
Objeto oculto: #1
Estrellas: 3
Recomendación: Guarida, @MUSAJUE, abril
Enlace:
http://plumakatty.blogspot.com/2021/03/relato-guarida-estrellas-de-tinta-marzo.html
Comentarios: Ídem relato
AVISO: No hay TW (Contenido sensible)
¡Sorpresa!
Relato:
Brillaba la luna de mediodía en lo alto del firmamento cuando acudió a mi memoria el verdadero significado de lo que sucedería en las próximas horas. La señalada. Su hora.
Con cuentagotas, como mermelada reacia a salir de su recipiente vidrioso para ser la delicia del desayuno o, si me apuran, de la merienda, fui aproximándome a la droguería de la esquina para hacerme con una Chyseido, ideal para aparentar mayor juventud de la que ya de por sí tiene una joven de no más de treinta. ¿Otra renegada del paso del tiempo? Demasiado joven aún como para llenarse la cabeza de dinosaurios voladores. Dieciocho con sesenta y cinco pavos que me soplarían por ella en condiciones normales, es su coste; menos mal que conocía a los dueños del establecimiento, que de lo contrario…
Al final me quitaron el pico y se quedó redondo.
Es lo bueno del comercio de barrio.
Es lo mejor de contar con enchufes. Este tipo no cortocircuita.
Regalo en mano, regresé a casa con desánimo… digo, con ánimo de acicalarme medianamente para la ocasión: justo el treinta cumpleaños de Marina. Si lo sé, le compraba la La Mere, más acorde con ella. Pero el bolsillo me llegaba a donde me llegaba; suerte que les dije que le quitaran la etiqueta del precio. Total, cuando la probase y comprobase los efectos en su delicado cutis poco o nada le importaría el coste. ¿Qué esperar de una persona tan resultadista: la trader de Marina?
Con bastante parsimonia abrí de par en par el armario en vistas de materializar alguna prenda que estuviese a la altura. Sin embargo y tras mucho destriparlo, convirtiendo en leonera mi cuarto ya de por sí estrecho, solo logré rescatar una camisa a cuadros con fuerte olor a naftalina y un vaquero algo corroído por la pernera izquierda. Sabía a la perfección qué responder en caso de ser sometido a un tercer grado. A la fuerza –esto lo sabría solo yo, lo de a la fuerza me refiero– diría que me gustaba el estilo retro. Esa sería mi respuesta y a quedar como un señor. Mi trabajo como reponedor no es que me permitiera llevar un tren de vida ni siquiera parecido al de la cumpleañera, ni a su sombra se asemejaría. Lástima que no viniera Edu conmigo. Le tocaba turno de tarde. Así tendría oportunidad de presumir de pareja. Pero esa vez tocaba lanzarse a una piscina a todas luces más seca que el desierto del Sáhara. Ahora me arrepiento de no haberle mencionado ni una coma del evento, de que tenía pensado asistir después de tantos años.
Bueno, sería otra de las pocas experiencias a afrontar con el equipo al cincuenta por ciento.
La hora señalada. La hora de la verdad. Pese a que la cumpleañera lo siguiera negando, ese «año más» tocaría irremediablemente esa misma tarde a su puerta. En concreto, a las ocho y dos minutos. Se suponía que nos conocíamos desde el instituto, todos íbamos si no a las mismas, coincidíamos en muchas clases, las comunes. Yo era su principal confidente, pero luego fuimos perdiendo contacto y cada cual hizo su vida. Ella tenía todas las cartas jugando a su favor, qué esperar de alguien proveniente de buena cuna. Eso era jugar en otra liga y yo, como ciudadano de a pie, tenía que tener muy claro cuál era mi lugar. No obstante, tampoco iba a rechazar su invitación, que menuda tarjeta se gastó, con filigranas y todo a falta de luces Led en los bordes.
Salí al cabo de un rato largo de nuestro mini piso de treinta metros cuadrados cuando noté que iba demasiado ligero: me había dejado el regalo sobre la repisa.
Suspirando de alivio, regalo en mano, mi estilismo retro y yo nos subimos al bus que nos dejó cerca de la urbanización donde residía. Veinte minutos después, la marquesina. Salí con cierto atropello y resignado ante lo que me esperaba. Si ya la fachada imponía en pleno derroche de sofisticación, ni me quería imaginar cómo sería el interior. Nunca había estado allí con anterioridad pero una cosa sí que daba por impepinable: ¡tremendo casoplón! Mi cerebro era incapaz de realizar siquiera un cálculo aproximado de sus dimensiones. Tomando como referencia nuestro mini piso ¿de cuántas veces estaríamos hablando?
Avancé unos cincuenta metros más. Una pequeña pero deslumbrante glorieta, franqueada por una balaustrada de piedra de primeras calidades, daba protección a una réplica de la estatua de la Venus de Milo, de mármol puro, justo en el centro de la fuente, simulando estar en una de esas sesiones de spa, en este caso, a perpetuidad y al aire libre. Me cambiaba por ella. Seguí en línea recta tras bordear a la Venus. Una gran puerta de doble hoja y acristalada me dio la bienvenida. Bueno, ella y la ama de llaves, quien me miró convirtiéndome en una especie de pingüino en mitad de la selva.
Me convidó a pasar con cierto recelo.
El gran salón al que accedí parecía salido de un cuento de hadas, grandes cristaleras, techo alto y con chimenea; la luz lo preñaba. Todo era jolgorio y regocijo, con música chillout de fondo. Le va más a Edu que a mí pero hice de tripas corazón; soy más de los Héroes del Silencio, La Unión y similares de los ochenta… ¡Qué época tan fértil musicalmente hablando!
De vuelta al presente, entre los invitados, de lo más variopinto, elegante y no menos estirado, aparecieron los padres de ella: la madre con un vestido tipo tubo púrpura y el marido con chaleco a juego. ¡Qué monos, a lo Barbie y Ken! Un poco más allá y cerca del piano de cola blanco, como los juegos reunidos, ahí estaban las de siempre, las mejores amigas y cotillas de Marina; me hicieron la vida imposible en el instituto pero ese día pondría cada punto sobre su "i" si hiciera falta. Próximo al mueble bar y ya degustando el ponche, estaba el guaperas de la clase o, al menos, se lo tenía creído, que de sueños también se vive. No es mi tipo; mi Edu le da vuelta y media.
¿Cuánto iba a durar la fiesta? Ni se sabía.
Ya no quedaba mucho para las ocho. Las campanas del timbre no paraban de repicar. No con cuentagotas como me desplazaba yo hace escasamente unas horas antes pero sí con ritmo continuo venía el resto de invitados. Casi creí estar en mitad de una estampida de trajes de Prada y Armanis. En definitiva, ¿por qué tuve que decirle que sí? ¿Qué hago yo, uno que va a lo Granjero Busca Esposo en un convite de altas esferas?
A lo hecho… De repente la música cambió por una voz rayada en lo estertóreo
instándonos a dirigirnos a la pérgola que había en el jardín. A saber para qué tanto
movimiento si con quedarse en el salón bastaba. Pero no, lo mejor de la fiesta
se lo reservaron para ese emplazamiento.
Me dirigí hacia allí cual corderito obediente.
Algo gordo tenían preparado. ¿Un show?
De un momento a otro vino hacia nosotros una fila india de camareros; portaban lo que parecía ser una gran tarta de cuatro pisos. Merengue, chocolate y almendras por lo que alcancé a ver entre brazos, espaldas y cabezas. Todo bien hasta que uno de los porteadores tropezó o resbaló con algo ¿una lámina de plástico? A saber, tampoco es que me importara demasiado. Casi en efecto dominó cayeron los tres o cuatro que iban delante y la tarta se quedó sin su ático. ¡Qué cuadro!
Alcanzaron a colocar lo que quedaba del dulce en el centro del merendero entre el resto de viandas. Lo que más llamó mi atención fueron los canapés con figuras psicodélicas; la alta cocina tan de moda.
Se notaba que podía permitírselo.
Se hizo el silencio de forma brusca. Me pareció oír de uno de los camareros que una copa de Champán malogró el equipo de música. Me resultó raro viniendo de gente tan acaudalada. ¿Es que tan pronto agarraban tales cogorzas? ¡Bienvenida, Bacanal!
La voz de nuevo.
¿Se trataba del preestreno de una película?
Se hizo de rogar pero al fin. Con pompa y platillo ahí estaba, pletórica y enfundada en su vestido palabra de honor blanco hueso. Seguía manteniendo la misma esbeltez pero tan ceñido lo tenía que dio solo dos pasos a duras penas y, primero, se le rasgó el costado derecho dejando al aire su lencería fina y, segundo, en un intento por cubrir las vergüenzas se le partió uno de los tacones de vértigo. Creo que eso estaba ligado a pasearse por la vida de puntillas…
¡¿De puntillas?! Mis ojos no dieron crédito.
¿Edu? ¿Que mi Edu estaba aquí y corría a socorrerla?
¿Y a qué vino eso de…? ¡¿Le comió la boca?!
Entonces, cogí y les vacié la Chyseido encima, cagándome en todos sus muertos.
En una radio que había cerca, me desfogué poniendo a todo trapo a mis venerados Héroes del Silencio…
@0606Anas, marzo
Título: ¡Sorpresa!
Estrellas mes: 3
Palabras: 1500
Objetivo Relato: #13
Objeto oculto 1: #20
Objeto oculto 2: #23
Extras:
Comentarios: @MUSAJUE, relato marzo; @ErikaFortunity, micro y relato febrero; @sinciforma, relato y micro marzo; @isefran, relato y micro marzo
AVISO: TW (cagándome en todos sus muertos)
Buenas tardes
ResponderEliminarCreo que me estreno como comentarista de tu relato y tu micro. Que ya que los publicas en la misma entrada, aprovecho este comentario para hablarte de ambos.
El micro es realmente micro, pero logra inspirar esa nostalgia acerca de otros tiempos más felices. Al menos, es lo que me ha pasado a mí, que hace mucho tiempo que no tengo una reunión con amigos.
En cuanto al relato, lo que voy a destacar en primer lugar es la prosa. Muy cuidada, muy literaria. La personalidad y las emociones del narrador están bien plasmadas e impregnan toda la narración. Luego, me ha hecho gracia la sorpresa, de la que no hablaré más por eso de los destripes. La verdad es que me ha resultado una sorpresa porque no me esperaba en absoluto tal desenlace.
Muy buenos relatos para abril. Nos seguimos leyendo.
Juan
Hola, Juan:
EliminarPerdona el retraso pero es que he estado bastante liada.
Me alegra que te haya gustado el relato y micro. Es que respecto al final, te confieso que es exactamente lo que hubiera hecho yo ante tal situación de desfachatez.
Ante todo, gracias por tu valoración. Ayuda a saber por dónde tengo que ir en las próximas entregas para seguir impactando tal y como me gustaría que me impactará a mí. XD
Claro que nos seguimos leyendo y ¡con mucho gusto!
Me ha encantado como has tratado el relato y el micro me ha sorprendido verlo tan corto, pero comprendo el por qué. No en el sentido malo sino que tal y como está, está muy bien trabajado. En si las dos cosas están muy bien cuidadas.
ResponderEliminarHola, Unknown:
EliminarPues sí. La idea del micro era que fuera la avanzadilla del sindiós que tendría lugar después y, de paso, que constituyera una reflexión del narrador, íntimamente relacionado con la protagonista de la fiesta.
Como escrit@r, que el factor sorpresa juegue siempre a tu favor.
¡Gracias por comentar, nos seguimos leyendo!
Voy captando tu estilo Annie y me gusta bastante. Lo puedo imaginar en historias más desarrolladas y es algo que leería con gusto.
ResponderEliminar¡Menudo final has marcado! Por esas cosas se dicen que más vale ponerse en lo peor, que luego una se lleva disgustos por hacerse ilusiones jaja
El micro me ha dejado un poco vacía. Si bien se expresa en una frase perfectamente la idea, no me ha terminado de decir mucho en esta ocasión. Pero ya a mi gusto personal, hablando subjetivamente.
Que siga el tecleo y nos leemos pronto. Sigue deleitándonos.
Hola, Érica:
EliminarGracias por tu comentario, en primer lugar; siempre se aprende de las críticas de tus lectores.
El micro de esta vez lo planteé como avanzadilla de lo que narra el relato en sí. Quizá por ello también te haya dado esa sensación de que le falta algo más. Y es que es solo la reflexión resignada de alguien que ha sufrido un desengaño como el que se describe en «¡Sorpresa!», que lo es, sí, pero no precisamente con buen sabor de boca para el narrador... A veces soy algo así como Maléfica XD.
¡Nos leemos!
Wow!! Micro-mini-micro!!
ResponderEliminarResulta interesante si los combinas ambos.
El micro te deja esa sonrisilla en la boca que luego se te queda congelada al leer el final del relato.
Muy curiosa la relación de ambos y tan real como la vida misma.
Saludos y nos vamos leyendo.
Hola, Isefran:
EliminarGracias por tu apreciación. Es que el sentido del micro se potencia con el relato que viene después (o al revés, en su caso). Y, cómo no, al lector hay que cogerlo desprevenido con finales como ese, giros inesperados. Micro y relato consiguen el efecto deseado por lo que se ve y eso es bueno para seguir mejorando.
Gracias de nuevo y ¡nos leemos!