Loable silencio reinaba en la alcoba
a la media noche en profusa sombra.
De faldones un murmullo
es el Río y su farfullo
al son de otoñales vientecillos.
De poesía iban ráfagas en farolillos
con sabor y aroma a panecillos,
cual dos amantes quebraban su mora
y no cesaron hasta su última hora…
¡Cuánta dicha respiraba la alcoba
con primor y sin más demora
tras haber despuntado la aurora!
Estos son los juegos de dos barquillos,
que, en el Río, hicieron su barullo
y entre ondas remaron con orgullo.
‘Para siempre este amor en apabullo’
-plasmaron éstos formando un capullo-
volviendo ambos al rumor que asoma
en las místicas riveras de Zamora…
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