25 septiembre 2021
Luz nocturna
19 septiembre 2021
S. O. S. al aire
¡Arrebata, por favor, de entre los escombros, la coraza a este raquítico corazón, pues ni la intuición consiguió reanimarlo desde el coma del desamor! Fue ese mi S.O.S. al aire; aquel fue mi mensaje ahogado, una botella náufraga en la profundidad del sinuoso mar.
06 septiembre 2021
Malas Influencias - La Reseña
Malas Influencias - La Reseña
Sinopsis
Durante el verano de 2018, Miranda García, una escritora aficionada que se recupera de su reciente divorcio, ve cómo su vida da un giro de 180 grados al verse envuelta en la investigación del asesinato del empresario Daniel Urtice, esposo de la enigmática autora de novela negra Norma Seller. Enfrentándose a la oposición del Inspector Torres que no está de acuerdo con que una escritora ejerza de detective amateur, Miranda no descansará hasta sacar a la luz una oscura trama de secretos, infidelidades, negocios turbios y traiciones en la que todo parece girar en torno a uno de los manuscritos de Norma Seller, y donde nada será lo que parece. La verdad solo llegará tras un frenético recorrido por el norte de España en el cual Miranda deberá poner en riesgo no solo todo aquello que ama y en lo que cree, sino algo aún más importante.
Introducción
Los agentes implicados
La Estructura
El Autor
Mi Fallo
09 agosto 2021
El Día que Dejamos de Creer en los Ángeles: La Reseña
El Día que Dejamos de Creer en los Ángeles
La Reseña
Sinopsis
Año 2047. La vida de la detective Michelle Cavelier da un giro inesperado cuando acepta echarle una mano al Señor de la Muerte, un ángel impredecible y caprichoso, empecinado en desvelar el misterio que ronda alrededor de un brutal asesinato, cometido por otro ángel. Lo que parecía ser un simple favor, una investigación de rutina, de pronto se convierte en un viaje alucinante a los recuerdos de Michelle para averiguar lo que sucedió con una misión fallida y mortal, borrada de su memoria muchos años atrás. El Ángel de la muerte decide violar algunas reglas para tratar de recuperar lo que desapareció de la mente de la detective. Mientras tanto, una adolescente llamada Isabel quiere hacer algunos ajustes a su aburrida existencia, sin sospechar que uno de esos cambios —perder su virginidad— despertará fuerzas poderosas que pondrán a temblar a la nueva clase dirigente de la Tierra: los ángeles, que conviven con la humanidad desde hace más de veinte años en paz y armonía (por ahora).El día que dejamos de creer en los ángeles es un thriller distópico entreverado de fantasía y ciencia ficción que engancha al lector desde las primeras líneas.
Introducción
¿Por ahora?
Me he tomado la licencia de comenzar esta reseña con la cita inicial que llamó mi atención por esa afirmación final tan lapidaria, la cual y lejos de restringirse a la mera ficción, resulta certera.
Escrita con espíritu transgresor y visión futurista, El día que dejamos de creer en los Ángeles es la primera novela de Mariano Estela Aldana, de quien hablaré más adelante. Esta narración me sumergió en una realidad cuando menos inquietante pero no tan remota como parece dado el auge constante de tecnologías de ultimísima generación.
En un primer momento me llevó a congraciar Regreso al futuro con El Quinto Elemento, el primero por los viajes temporales de McFly (a bordo del Delorean) y el segundo porque está ambientado en un entorno altamente tecnológico (con vehículos que también desafían las leyes gravitacionales).
Pese al avance tecnológico y que este beneficie para un mejor abordaje, los métodos de investigación siguen siendo los mismos y en mi opinión es muy positivo que así sea: toda ficción tiene un "anclaje" en lo real.
Viajamos en el tiempo a través de los recuerdos y ese es uno de los aspectos que la diferencian de otros títulos que haya leído anteriormente. Decir que fue un "flechazo". Si hay algo que me apasione es el tridente pasado - presente - futuro, sumado al ocultismo de varios pasajes, que me sorprendió para bien, superando con creces cualquier tentativa que pudiera tener mi imaginación. Pero sí que me llevó a pensar en un "gobierno único", en apariencia feliz, y nunca hubiera contado con la presencia de semejantes plumas.
Este contexto de armisticio humano-angelical no me dejó indiferente y claro que repito en la segunda remesa.
La Estructuración
Como comentaba, un escenario tan heterogéneo, cambiante y que se mueve en distintos planos temporales exigía una estructura que no hiciera chirriar el engranaje. Dividir la trama en cinco «libros», me pareció un acierto ya que de ese modo no me desconecté en ningún momento de la historia, manteniéndome en vilo a la espera de lo que pudiera suceder con las cacatúas.
A medida que leía, me gustaba anticiparme, pero muy contadas veces mis cábalas coincidían con la propuesta del autor. Y he aquí otro factor distintivo: son libros con nombre propio, a cada cual con su personalidad inherente, cuya esencia permanecía constante cual leitmotiv.
Me encantaron los giros argumentales con que me he topado aquí y, encima, son coherentes y no menos sorprendentes.
Los Personajes
Destacaré los que me parecieron las piezas fundamentales del mecanismo y daré mi opinión dos a dos:
1) El Ángel de la Muerte y El Señor de las Sombras: dos entes celestiales poderosísimos, el primero irreverente por naturaleza, con cierto engreimiento y que, a priori, parece ostentar el don de la omnisciencia entre otros; el segundo, quiere dárselas de Gentleman, más oscuro si cabe, pero en realidad es lo más parecido a un sicario; lo supe desde sus primeras intervenciones e intranquila me quedé porque algún as se guarda bajo el ala. Además, este último sí que parece no tener corazón (lógico por ejercer su función), a diferencia del primero o eso fue lo que me sugirieron los acontecimientos.
2) Juanfe y el Capitán Wright: Todo un bonachón cuyos sentimientos es reacio a mostrar por vergüenza y que aceptará su destino aunque al principio a regañadientes por "desconocimiento", Juanfe es de mis favoritos también por su actitud altruista y protectora (la valiente Elena). El 'Capi' me pareció todo un líder motivador que bien podría hacer andar al bueno de Lázaro y que, como Juanfe, pondría la mano en el fuego por sus subordinados (cabo Torres incluido). ¿Pero qué traerá su otra faceta? Seguro algo gordo.
3) Michelle Cavelier e Isabel: Se dice que lo mejor viene al final. Entonces, ¿cómo no mencionar a estas damas cuya presencia tiene visos de ser crucial? Por una parte, la Cavelier me ha parecido una mujer de armas tomar a la que cualquiera se atreve a intimidar sin salir escaldado/a y, sin embargo, tan solo dos mestizos (Helga y el asistente del delegado) fueron capaces de doblegarla, cada uno a su manera y hasta aquí puedo leer. Por otro lado, Isabel se me antojó como la "típica joven incomprendida" y, por tanto, rebelde pero con causa y siempre porsilasmos (me encanta esa expresión, lo que la hace más natural, más ella con la curiosidad de cualquier polluelo neonato). He de confesar que me identifiqué con ambas, con Michelle de inmediato pues es de los pocos personajes con los que comparto tanto, como si fuera mi doble. Pero el destino es caprichoso, ahí lo dejo.
E inventariando un poco, a mi juicio, hay un personaje que requería mención aparte por su estatus de eminencia en el escalafón celestial: el Querubín, un ser superior en todos los sentidos y con una dieta tan peculiar que me llevó a pensar que era tanto o más despreciable que El Señor de las Sombras, pero me sorprendió para bien el hecho de que tras su extravagancia desmedida, haya caridad (y no poca); los hechos así lo atestiguaron. Me dejó expectante y ávida de ¿otras demostraciones de su particular probidad? Porque «Los tratos con los humanos eran simples: ellos seguían dirigiendo sus naciones mientras los Ángeles asumían una posición de seres supremos. Muy simple: unos arriba y otros abajo.»
Lo sensato: adoptar una posición neutral para no sufrir las duras consecuencias.
El Autor
¿Qué hacer sino desaherme en elogios ante un autor revelación que no creía serlo? Decir que comulgué con su estilo narrativo desde que me atreví a leer –intrépida de mí, como Michelle– el prólogo y primer capítulo. Automáticamente, confié en que se acabaría publicando y helo ahí.
Oriundo de Colombia, Mariano ha demostrado tener pleno dominio sobre cómo construir una historia consistente y bien trazada para que te deje con la miel en los labios gracias a sus finales abiertos; lienzos en blanco que rellenar por nuestras mentes inquietas pero con la certidumbre de que la incertidumbre va a ser la constante protagonista.
Mediante el uso de un lenguaje con múltiples registros, desde el más formal al más "callejero" y según qué personaje, creó un clima óptimo del que ya soy asidua. Resultado: un escenario fresco y en constante evolución reflejado a través de los personajes y sin abandonar el tono sarcástico.
Ahora bien, dejando aparte el aspecto más profesional y técnico, como persona también me ha demostrado ser un tipo jovial, íntegro y generoso al que no le importa echar una mano a quienes realmente lo necesiten. Doy fe.
Como dijo Max Estrella en otra obra homónima, me quito el cráneo...
Conclusiones finales
Y pensando más a largo plazo, ¿dónde y cómo estaremos en 2047? Por mi parte la respuesta es clara: si me preguntaran qué llevaría conmigo ante un cataclismo como el descrito por Mariano, esta novela se convertiría en mi mapa y brújula.
De hecho, vamos por más de la mitad del 2021 y el estado de salud (medioambiental, social y geopolítico) del Planeta que habitamos no es que sea tan boyante como cabría esperar y El día que dejamos de creer en los Ángeles da pistas sobre cómo podríamos reencauzarnos para dejar de estar abocados a la Nada, destino que aún podemos eludir si ponemos un poco más de conciencia de nuestra parte.
Representa, en líneas generales, una llamada de atención a sabiendas de que estamos en tiempo de descuento.
Por tanto lector, discrepes o no del despertar, en efecto este Título lo tienes recomendado.
Feliz viaje.
30 junio 2021
#EstrellasDeTinta - Reto junio 2021
Este relato y microrrelato se engloban en el reto de escritura creativa #EstrellasDeTinta creado por Katty COOL. Las normas son estas para poder participar y así entender la dinámica.
AVISO: Hay contenido sensible (TW) solo en el relato
Indicios
Relato:
—Teníamos
todas las esperanzas de encontrarlas junto a la embarcación. Sin embargo, hemos
podido rescatar sus efectos personales: una mochila negra que presumiblemente pertenezca
a una de las desaparecidas y un cuaderno en blanco salvo por la primera página.
Usted fue la última persona que las vio con vida, lo que no implica que tengamos
que lamentar pérdidas humanas puesto que no se han hallado indicios de violencia
o restos de sangre… Dígame entonces ¿cómo diría que era la relación entre las susodichas?
—Mire señor
agente… no sé qué es lo que está insinuando pero ya le digo de primera mano que
son un encanto de criaturas. Es más, si así lo desea, le puedo dar el nombre del
restaurante en el que me invitaron a comer…
—Entiendo,
doña… ¿Sofía me dijo que se llamaba?
—Ese es
mi nombre. Le doy mi DNI y lo comprueba.
—Me fío
de su palabra, no es necesario. Pero retomando la investigación…
—Se estaban
conociendo. De hecho, una era natural de Málaga, Ángeles se llama pero el apellido
es italiano… ¿cómo era? ¡Ah, sí, Pausini, como la cantante! Le venía de su abuelo
que se afincó en tierra andaluza. Nos lo contó mientras comíamos en el Café
Tucán, que fuimos en un coche alquilado por ambas.
—Sí… a
unos diecisiete kilómetros de aquí. Lo conozco. Alguna que otra vez he llevado
a mi mujer a cenar allí. Hablaremos con el dueño del local para continuar con nuestras
pesquisas y contrastar versiones. Y cuénteme, me dijo que se hospedaban en aquella
casa rural que está al final del camino. ¿Conoce por algún casual por cuánto tiempo?
—Durante
la comida, María dijo que había contratado un tour de una semana para visitar Rumoroso
y así Ángeles podría tener la oportunidad de conocer la localidad mientras pasaban ese tiempo juntas. Y hablaron de que terminarían la experiencia con una ruta en barca
por el Pozo… Cuando salimos del Café, nos dimos los teléfonos. Y yo llamé y llamé
pero o estaba apagado uno o saltaba el contestador en el otro. No sabía qué
hacer.
—Ya. Por
tanto diría que su relación era más que cordial… ¿La tal María era de por aquí?
—Por supuesto,
señor agente. Ya le digo que María la quiso sorprender y lo consiguió. Las veía
muy ilusionadas. Hacen muy buena pareja a juzgar por cómo se miraban.
—Entiendo.
Tomo nota de los mismos y procederemos a rastrearlos. ¿Y todo eso cuándo ocurrió
exactamente?
Aquel viernes
6 de enero fue la última vez que doña Sofía tuvo contacto con las desaparecidas,
tal y como le aseguró a Joaquín Cobo, inspector a cargo de la investigación. Junto
con la brigada asignada, decidió desandar el camino recorrido por la pareja y ello
incluía entrevistarse con el dueño de la casa rural a fin de arrojar más luz sobre
el asunto.
El domingo
8 de enero no pareció dar tregua. Los avances meteorológicos no eran muy halagüeños;
continuaban las perturbaciones cual si fueran teloneras contratadas específicamente
para que precedieran a la estrella del espectáculo: la tormenta. La función prometía,
pues hizo acto de presencia entre tamborrada plomiza y destellos de fuegos artificiales
esporádicos y por distintas localizaciones en el cielo. Tal era la actitud inclemente
del tiempo que toda suerte de animales autóctonos corrían raudos en busca de refugio
que les diera cobijo. Y quien dice animales, dice también personas, en especial:
—¡Corre,
Ángeles! ¡No te sueltes de mi mano! Que ya casi estamos.
—¡No lo
haré, María! ¡Menos mal que al final no nos subimos a esa barca por recomendación
del monitor! ¡Ahora la tormenta arrecia y si no llegamos lo antes posible a la guarida
que tú dices, terminaremos hechas una sopa!
Y en efecto,
llovía a mares y encima soplaba una ventisca enfurecida enviada desde el noroeste.
Sorteando hierbas y matojos, oyeron de nuevo otro rugido del tiempo, el cual se
dilataba, haciéndose todavía más denso y desquiciante, hasta tal punto que ninguna
de las integrantes de la incipiente pareja estaba siendo consciente de si tocaban
el suelo o directamente levitaban o, incluso, si volaban como ángeles. ¿Cómo ángeles?
¿Es que acaso lo eran y experimentaban una ilusión de vida como extensión de la
terrenal? Ni mucho menos. Tan solo se sentían sobrecogidas por la situación, pero…
¡ahí estaba!
El gran
sentido de orientación de María, quien era buena conocedora del bosque que las intentaba
envolver, las guio hacia la entrada de lo
que parecía constituir una gruta excavada en la mismísima falda de una pequeña peña,
por la mano inigualable y prodigiosa de la madre naturaleza. Cansadas por el sobresfuerzo
realizado, se aventuraron a pernoctar en su interior a priori abrupto pero acogedor
dadas las circunstancias:
—¡Ufff,
menos mal que conseguimos evitar que ese pobre arce se nos viniera encima!
—Sí, Ángeles.
Por los pelos. ¿Es cosa mía o nos hemos salvado por tu nombre?
Ambas se
echaron a reír, lo que propiciaba que se instaurara la relajación en sus cuerpos
estresados.
María retomó
la conversación:
—Es cierto.
El pobre arce no pudo resistir el sablazo propinado por aquel rayo traidor; como
si se la tuviese jurada. En fin. Pero no hay mal que por bien no venga: recogí los
suficientes trozos de su madera y ahora tenemos material para hacer una hoguera
con que entrar en calor.
—¿Viniste
con un manual de supervivencia en lugar de pan bajo el brazo? Y si tan lista eres
¿me podrías decir cómo harás fuego si ninguna de las dos lleva encima un mechero?
Imposible por mi parte, yo no fumo. Tú no lo sé…
—Cariño,
eso no va tampoco conmigo. Aprecio demasiado mi vida y la de la naturaleza que me
vio nacer, así que tranquila que por mi parte no cae esa breva.
—Y me alegro
de que no fumes pero sigues sin responder a mi pregunta…
—¡Ay, mujer
de poca fe! Cosa que me extraña viniendo de donde vienes, del sur. Suerte que no
me dejé la mochila en aquella barca; lástima que tú sí y esa libreta de mariposas
que pensaba regalarte…
—¡Oh, qué
detalle por tu parte! ¡Muchas gracias, Mari! Porque puedo llamarte así, ¿verdad?
—Llámame
así si gustas y ser, seré lo que tú quieras que sea…
Sus ojos
emitieron un brillo como nunca antes, más intenso si cabe que los del propio rayo
que atravesó aquel árbol; se miraron de un modo especial. Un rubor revoltoso anegó
el rostro de la Pausini.
—¿Entonces?
—¿Entonces
qué? –contestó María, juguetona.
—¿El fuego?
Hábil,
la susodicha extrajo de su mochila los restos del malherido arce y los apiló casi
en el centro de la oquedad, donde consideró que no había tanta concentración de
humedad, montón que rodeó con unas cuantas piedras. Valiéndose de yesca y pedernal,
logró arrancar unas cuantas chispas, las suficientes como para crear una pequeña
hoguera.
¿Las suficientes?
—Contigo
al lado me siento más protegida. Yo la verdad que no sabría desempeñarme tan diestramente
como tú en entornos como este. Vivir en la capital de provincia es lo que tiene.
¿Tanto se me nota que soy esencialmente urbanita?
María se
tronchó de la risa.
—Se te
note o no… a mí me fascinas igual. Lo hiciste desde el momento en que vi tu foto
de perfil. Me dije: a este bellezón no lo puedo dejar escapar y, aquí estamos. Ahora
bien, no pienses mal, que esta tormenta para nada estaba entre mis planes como tampoco
tengo mucha pinta de ser ‘Tormenta’ de los X-Men. Y… ¡oye, debes de estar empapada!
¿Te presto algo de ropa que llevo en mi mochila, ponemos la tuya a secar y te arrimas
al fuego? No quisiera que pillaras un constipado…
—Sabes
qué. Tengo una idea mejor y creo que esta hoguera, que ya arde de por sí, hasta
se nos quedará pequeña…
Al día
siguiente, el inspector Cobo ya estaba cotejando las triangulaciones efectuadas
por su equipo especializado. Uno de los móviles señalaba una ubicación clara. Doña
Sofía, pendiente en todo momento de cualquier avance en la investigación, pidió
ir con ellos en el Jeep.
—Está
bien, doña Sofía. Pero con la condición de que nos deje hacer nuestro trabajo.
—Por supuesto,
inspector. Me mantendré al margen. Solo quiero comprobar que están bien.
Al cabo
de veinte minutos de trayecto, el arce quebrado.
—¡Oh, Dios! Que no les haya pasado nada…
—Señora…
Joaquín
Cobo trataba de manejar la situación.
Al rato,
la entrada a la cueva.
El haz
de luz de su linterna enfocó una hoguera en sus últimas brasas y, extasiados, tal vez embriagados por el elixir del
amor, dos cuerpos dormidos, pero también desnudos y arropados por una fina manta…
Eran las
ocho y media de la tarde, fría pero ya seca.
Mariposas en mi vientre
Microrrelato:
31 mayo 2021
21 mayo 2021
#EstrellasDeTinta - Reto mayo 2021
Este microrrelato y relato se engloban en el reto de escritura creativa #EstrellasDeTinta creado por Katty COOL. Las normas son estas para poder participar y así entender la dinámica.
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Sin rumbo
Microrrelato
Bajo Cero
Relato
El domingo 8 de enero de 2017 fue verdaderamente un
día de los más gélidos en la historia del norte cántabro. Pero los casi diez
grados bajo cero que azotaron la comarca fueron lo de menos. Y en esta ocasión,
la participación de los vecinos del área que circundaba el Pozo Tremeo, fue
inestimable:
Llevaba con este cerca de dos días desaparecida. La
última vez que se tuvo nociones de ella fue en un cruce de caminos próximo a la
localidad de Rumoroso, tierra de leyendas motivadas por el propio lago. Según
se contaba, la última persona con quien habló fue una abuela sentada sobre un
poyete situado en ese mismo cruce. Según su testimonio, la joven necesitaba
saber qué camino conducía al norte. Y ya había llegado a Cantabria, sólo que no
a su destino final. Estaba por proseguir su camino cuando la señora la retuvo
para darle y obtener más información. Al parecer, no se percató de las señales,
puesto que ya se encontraba cerca de la casa rural donde hubieron quedado: iba al encuentro de
otra chica con quien se mensajeaba vía correo electrónico desde Málaga. Se la
veía muy entusiasmada por conocerla en persona. Se llamaba Ángeles Pausini, veintitantos
años, tal vez treinta, morena de pelo, metro sesenta y tantos y ojos verdes. Le
sorprendió que tuviera una marca de nacimiento en el cuello casi con forma de
corazón… y ¡el apellido!, que resultó proceder de su tatarabuelo paterno,
oriundo de Faenza y que se afincó en el sur de la península. Pero que si de
algo estaba segura era que iba muy apurada. Decidió acompañarla finalmente en su periplo, al menos
hasta la entrada a la casa rural.
Ángeles quedó sorprendida por la agilidad de la
anciana; se notaba que era “chicarrona del norte” porque se mantuvo estoica en
todo momento ante el frío lacerante sin apenas más abrigo que una capa de densa
lana. La recién llegada, en cambio, y a pesar de su anorak acolchado, tocaba
las castañuelas con su dentadura de porcelana. Eran casi las ocho y media, hora
vespertina del lunes día 2. Al siguiente, resultó que María, su mailfriend,
la sorprendió al haber contratado un tour para que conociera más a fondo el
pueblo y sus alrededores, incluido el famoso Pozo junto con su flora y fauna. Al
bajar a desayunar, sentadas en una mesa de decoración rústica iluminada por un
ventanal con muy buena panorámica del paisaje que las aguardaba, releyeron el
folleto propagandístico con avidez y resultó que por veinte euros más, el programa
quedaría redondo con un viaje en barca para dos por el Pozo.
Tras acallar el estómago, decidieron seguir la ruta
programada. Próxima parada: visita guiada a la Iglesia, vestigio arquitectónico
de la época barroca, propia del siglo XVII. Luego, les tocaría admirar la
belleza de los barrios de San Pedro y Rodil.
Entre el miércoles 4 y jueves 5, se patearon los
barrios de Rosales, Escuelas y Pedroa, disfrutando del aire puro del cercano
mar y de la hospitalidad de sus habitantes que, aunque larga, la ruta no daba
para conocer a sus más de ochocientos treinta. El viernes terminaron por
fotografiar La Venta, El Pozo y Tremeo. Por providencia o por mera coincidencia,
se encontraron con doña Sofía, la misma señora que la ayudó a ubicarse en el
terreno y en agradecimiento, la invitaron a comer en el Café Tucán, a diecisiete
kilómetros desde Tremeo.
Alquilaron un coche modesto.
Tras salir del local, se dieron los teléfonos a fin de
no perder contacto.
A partir de ahí, se le perdió la pista.
Dos días transcurrieron intentando localizarlas. Doña
Sofía, cansada de pulverizar el teclado de su teléfono y de que los tonos no
diesen paso a la melosa voz con deje andaluz de Ángeles o al vozarrón de contralto
de María, decidió ahondar en la parte más silvestre de Tremeo, tomar prestado
un trozo de la tierra que la vio nacer allá en los años cuarenta y lo cubrió con
maleza para luego acercarse a la laguna. Una vez allí, los arrojó a sus aguas
de once metros de profundidad, junto con sus esperanzas. ¿Motivo? Según vetustas
costumbres de sus ancestros, se debía tener en cuenta la dirección que tomaban sus
aguas después de arrojar la tierra: siempre hacia los extremos. Por desgracia, tomó
dirección distinta a la del nordeste, es decir, que lo más probable era que
cambiara el tiempo. Sintió una punzada en el lado izquierdo del pecho.
Con celeridad, propagó la noticia entre sus convecinos, incluido el dueño de la casa rural. Se movilizaron en seguida como si de una cacería se tratara. Se pusieron en contacto hasta con el periódico y radio del pueblo. Avanzaban las horas y sin rastro, los minutos parecieron hechos de melaza. A cada segundo, lo que en un principio venía a constituir una llovizna, se transformó en perdigonada blanquecina. ¡El Pozo! ¿Qué le pasaba? Debido a las bajas temperaturas, acabó congelándose, casi por completo, sí, como también se le quedó congelada en la memoria la imagen de ese momento que pasó con ellas, ya consideradas como sus hijas a pesar de que no hubiera vínculo sanguíneo alguno.
«Dónde estarán esas niñas…»
¿Su cabeza? Un volcán a punto de entrar en erupción. Doña Sofía ya no supo qué hacer salvo… ¡El dueño de la casa rural! Casi se precipitaba la noche del domingo 8 cuando llegó allí. Tras hospedar a sus últimos clientes, este recordó que las desaparecidas hablaron de un viaje en barca por el Pozo. A continuación, dieron la alerta al cuerpo de la UME para que mandaran efectivos a la localización. Doña Sofía se sumó a la batida. El mercurio no dio tregua: casi diez bajo cero. «Señora, déjenos hacer nuestro trabajo, agradecemos su colaboración». Compungida de angustia, vio cómo remolcaban la barca con sus dos remos, una mochila negra de la que colgaba un llavero con las iniciales de Ángeles Pausini García y una libreta cuya primera página rezaba: te quiero, María.
@0606Anas, mayo
Título: Bajo Cero
Estrellas mes: 3
Palabras: 1001
Objetivo Relato: #1
Objeto oculto 1: #13
Objeto oculto 2: #22
Extras:
Protagonista femenina, milpalabrista, Test de Bechdel
Comentarios:
@ErikaFortunity, micro y relato abril; @sinciforma, relato y micro abril; @isefran, relato y micro abril; @jesusakarton, relato y micro abril
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