Fue en realidad desesperante
Verte desollado de mi compañía,
Perdido en esas drogas malditas.
¡Que un crack eras! Y, al final, lo pinchaste
En tus consumidas venas ignorantes,
Como fruto de mi nula guía.
No supe el porqué de mi suerte;
Mi actitud se volvió revanchista:
Quise borrar de las calles a esa gente
Que con engaños agotaron tu valía.
Sin embargo, y esto lo tengo presente,
De algún modo me gané la amnistía,
El sosiego y la calma en mi mente
Cuando, entre plásticos, en una esquina,
Lo vi surgir enjuto pero imponente;
Su mirada gris recordaba a la tuya...
Pero ahora, hijo, soy consciente
De que lo mío no es la poesía.
Fdo.: Artur B. H.