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12 julio 2022

Avance de EL MAESTRO DE LAS MIL CARAS: NO HA SIDO LEONARD

29 de mayo de 1864. Cuidándose de no ser descubiertos, como si de dos ex convictos se tratara, huyeron bajo el cobijo de la densa oscuridad nocturna, en dirección al granero de una de tantas fincas abandonadas. Una vez en el interior, se despojaron de las prendas más pesadas arrojándolas sobre los montículos de paja situados en el lateral derecho. Por fin, los dos a solas con solo la compañía de la tenue luz dorada ofrecida por una diminuta lámpara de querosén, que algún jornalero, o incluso algún facine-
roso de la propia guerra, habría olvidado apagar. Acto seguido y no pudiendo contenerse por más tiempo, se fundieron en un abrazo tan intenso que únicamente con ello bastaba para iluminarlo todo, avergonzando hasta a la pobre luminaria. «¡Oh, Dios! ¡Qué belleza tengo ante mis ojos, que ni mi imaginación alcanza! Solo por eso,
¿qué puedo hacer sino amarla locamente?» Los dos cuerpos, al natural, desprovistos de toda máscara, ninguna atadura, cual Adán
y Eva, fusionados en uno, en una torre tan robusta que se atrevía a desafiar los envites de una sociedad tan conservadora que, bajo
ningún concepto, toleraría la conjunción del blanco y el negro...


Así pues, resultaron dos organismos en continua fricción ascendente: cada gesto..., cada beso..., cada caricia..., ¡cada empuje...!
Todo ello iba descubriendo, poco a poco, el oasis de su piel, trayendo consigo un estremecimiento tan sublime que parecía pretender emular a un cerezo floreciente mecido por el siroco; quedaron de costado, observándose detenidamente, la una frente al otro.


¿Te gustaría saber cómo sigue? Aquí tienes la respuesta... O si lo prefieres, con este pasaje en clase business. 

Desfruta del viaje.

22 mayo 2022

Dulce abrazo





De ciudadano del mundo devine a paria cuando lo único que pedí tú lo sabías. Y sabes que el dulce abrazo de tus manos nunca dejó de ser mi refugio en tus noches veladas, baladas que abrían de par en par un húmedo y bello camino oculto en tu asalvajada selva...

02 mayo 2022

Contigo





'Contigo' significa descolgar estrellas... Y en la línea de un verso hacer que sientan como yo siento el amarre de la venda con que prendiste mis muñecas, mientras éramos uno bajo la luna nueva: nuevo amor... sellado... venga quien venga...

23 abril 2022

Corazón cautivado




Lo que siento por ti desde que de nuevo nací al tenerte por vez primera frente a mí y luego a mi lado, me obliga a ser tupida e inerme niebla para enrocarme en tu boca de almidonados labios, sin hacerte daño, pues prisión ya es de este corazón por ti cautivado.

16 abril 2022

Letras de sangre





Si me lo pides, hasta con letras de sangre sellaría el contrato que nos lleve al cielo. «¿Y qué es para ti el cielo, amor mío?» Tranquila que con ternura te lo digo: cuando estoy contigo se me borran las penas porque tu aroma se convierte en mi sino.

09 abril 2022

La marea del tiempo




Veo, veo... ¿A eso juegan mis ojos? El resplandor azul ven en los tuyos. Cuando son arrastrados por la marea del tiempo, creen que lo que fue, es y será es nuestro idilio surcando los sueños. ¿Sueños son, dijo el maestro? Da por supuesto que son algo mío y tuyo.

22 marzo 2022

Dime, Luna...






Conocedora de pulsiones ocultas, Luna, compañera de fatigas aparejadas a las noches en vela, ¿dime si tan atroz y peregrino es mi destino, forjado a base de arder de amor en tu fuego prístino y, aun, clandestino? Confieso estar obnubilado por tu mágico brillo...

Otoño






Con nudillos ocres atiza el otoño mi puerta. Comienza la cosecha. En un millar de racimos, tus recuerdos alfombran mi alberca, que con dulzura me riegan y abrazan mi alma cuando la tuya se acerca.

18 marzo 2022

Ciento ochenta grados






Por un momento pensé que había acabado con su vida.
.................
Esa noche, estaba hecha un basilisco. No podía creer que mi novio de toda la vida ¡estuviera con otra al mismo tiempo que salía conmigo! ¡¿Por cinco años?! ¿En serio? Ahora entiendo que saltara el contestador cada vez que llamaba al fijo; al móvil, otro tanto... ¡Estaba con esa zo...! Y no quiero seguir porque...

Indiferente al bochorno que despertaba en los ojipláticos viandantes, abrí bruscamente la puerta de mi coche y me puse a conducir como si estuviera en la fórmula uno. Al rato, oí una sirena proveniente ¿del maletero? Qué va, no iba colocada ni mucho menos, bueno sí, pero de rabia y odio profundos hacia el que desde ese momento ya era mi ex.

Una patrulla de policía:

—¡Documentación! –me espetó el agente.

Muy mono, por cierto pero no tenía la noche para juergas. Accedí a regañadientes.

—Señorita, tendrá usted que acompañarme.
—¿De qué se me acusa? Que sepa que aún no he matado a nadie...

«Bueno, al cab... de mi ex podría, pero ¿merecería la pena?»

—No se lo quiero repetir de nuevo. Haga el favor de acompañarme a comisaría. Lleva su permiso caducado desde hace dos meses. Podemos solucionar esto de forma pacífica.

—Ok, ok, sin problema...

No acabó de filiarme.
Ni corta ni perezosa, me monté a la desesperada en mi auto; al acelerador no le di tregua. Me salté dos semáforos, casi me llevaba unos cuantos empellones. La poli a la zaga. A la tercera fue la vencida: un utilitario me destrozó uno de los faros delanteros. De rebote, derrapé y, de pronto, un golpe seco.

—Madre mía, ¿está usted bien?

Mi vida daba un vuelco de ciento ochenta grados por un flechazo...

25 febrero 2022

Azarosa mariposa





«Entre una rosa y un clavel su majestad escoja», dijo un magnífico con cierta mofa. Eres de mis ojos la inocente y azarosa mariposa, que inunda sin querer de magia este vientre que es endeble Babel ¿capaz de conjugar el verbo amar y poder ser tu eterno cascabel?

24 febrero 2022

Tu musa





Desde el día en que nací, sueño con atracar mi velero errante en la orilla de tu piel cetrina. Culmina y sella con tinta carmesí ese poema prometido, que por desafueros y desventuras, se guardó para adentro aquello de que, pasara lo que pasase, yo sería tu musa.

20 febrero 2022

¿De verdad que hice eso?





—¿Me podrías explicar de qué va todo esto? Porque no sé de qué me hablas, Tina.

—¿Te estás quedando conmigo? ¿No te acuerdas de esa noche y del espectáculo que montaste, Nadia?

—¿Yo? ¿Espectáculo? Creo que te confundes de persona. ¿Tan barriobajera te parezco? Pues siento desilusionarte, pero desde luego que no pertenezco a ese club tan selecto.

—¿Es cosa mía o de un tiempo a esta parte te has vuelto una cínica de libro? ¡Vamos, Nadia! Todo el mundo sigue recordando el bochorno que nos hiciste pasar. Fue lamentable por tu parte; totalmente en contra de la imagen tan formal y correcta que transmites en la oficina…

—Para el carro, Tina. ¡¿Ahora te las das de moralista…?!

—Pues deja que te refresque un poco la memoria, que evidentemente padece amnesia selectiva. Sí, Nadia, y no me pongas cara de estar escuchando una conferencia en chino mandarín.

—Tampoco me tomes por imbécil. No seas oportunista…

—¿Recuerdas la pasada cena de empresa? Estábamos todos salvo tú; nuestro jefe, de los nervios. Llegaste la última. Te presentaste en el restaurante como si fueras una estrella del Rock, engalanada con un más que sugerente abrigo de visión y con gafas de sol aun siendo de noche. Pero no fue tanto el abrigo el centro de atención, sino lo que había debajo: te lo desabrochaste y comprobamos con pudor cómo de bien contrastaban tus tacones de aguja negros con tu desnudez. Si era esa tu forma de declararte, lo llevas claro.

—¿Cómo? ¿En la cena? ¿De verdad que hice eso?




Terminado el descanso…

—Nadia, te estaba buscando. ¿Podrías venir a mi despacho?

Ya dentro:

—Usted dirá.

—¿Qué tal si quedamos esta noche? Y, por favor, ponte un calzado menos sofisticado, no vayas a abrirte la crisma otra vez.

27 diciembre 2021

Misión: deseo cumplido








Doris Galván, de profesión divorciada —no una ni dos veces, sino que iba por la sexta–, parecía estar afiliada a bailar con el más feo. Se hallaba en el ocaso de los cuarenta, sin hijos y sin canas en su aún voluptuosa cabellera castaña. Era viernes noche. Por poner, se había puesto cómoda aparte de una película; sus favoritas eran las del Agente 007.
«Ya no es mi Pierce Brosnam, pero su sustituto tiene su aquel y tampoco es que me amargue jugar el todo por el todo en cierto Casino», se dijo mientras sacaba las palomitas del micro.

Acabó cogiendo el envoltorio por el borde superior para no abrasarse las yemas cuando oyó una especie de cortocircuito que hizo parpadear las luces. Aún en mitad del pasillo, la penumbra lo conquistó todo.

De pronto, una voz seductora quebró la umbría:

—¿Pero dónde estoy? ¿Cómo he llegado aquí, si hace nada que me querían coser a metralla...?
—¿Craig, Daniel Craig? ¡¿De verdad eres tú, perdón, es usted?!
—Mmm, depende de quién lo busque...

Girándose y viendo lo que tenía delante, rebajó su tono un tanto hostil:

—Bueno, más bien soy el Agente 007. Puedes llamarme Bond, James Bond –dijo extendiendo la mano.
—Ya, si ya lo veo, ya...

«Si es que estás mejor en persona; ¿deseo cumplido?», le tembló el pensamiento.

La Galván se relamió por dentro, a pesar de su asombro.

—¿Y con quién tengo el gusto?
—Galván, Doris Galván. Y la verdad es que tengo otra misión asignada para usted...
—Por favor, tutéame.

Acercó el suave y perfumado dorso a sus carnosos labios.
Lo cierto es que no hicieron falta las luces.
Prenda de seda y esmoquin besaban ya el parqué...

19 septiembre 2021

S. O. S. al aire


¡Arrebata, por favor, de entre los escombros, la coraza a este raquítico corazón, pues ni la intuición consiguió reanimarlo desde el coma del desamor! Fue ese mi S.O.S. al aire; aquel fue mi mensaje ahogado, una botella náufraga en la profundidad del sinuoso mar.

06 septiembre 2021

Malas Influencias - La Reseña








Malas Influencias - La Reseña 







«Una vez sabes qué preguntas hacer,
los muertos hablan por los codos»,
pero...
»Las preguntas revelan mucho más de quien las hace 
que las respuestas de quien las responde».

 



Sinopsis


Un empresario asesinado. Una enigmática autora de literatura erótica y novela negra. Un secreto del pasado. Un misterioso manuscrito que nadie ha leído. Una joven aspirante a escritora sin nada que perder. Una carrera contrarreloj por la costa del Cantábrico. Punta de la Escalera, Asturias. Aquí es donde, en la antigua casa de su abuela junto al acantilado, sobrevive Miranda García. Miranda García nunca ha resuelto un asesinato en la vida real. Eso sólo ocurre en las novelas y en las películas de sobremesa que ponen en televisión los sábados por la tarde. Miranda García tampoco ha triunfado con su primer libro. No tiene legiones de admiradores, ni un brillante futuro por delante, o una abultada cuenta corriente. Nadie ha intentado nunca matar a Miranda García. Miranda García, por mucho que le pese, no es alguien especial. Sin embargo, una llamada a medianoche está a punto de terminar con todo esto. Punta de la Escalera, Asturias. Aquí es donde, en una solitaria casa junto al acantilado, vive Miranda Grey. Aquí es donde da comienzo «Malas Influencias».

Durante el verano de 2018, Miranda García, una escritora aficionada que se recupera de su reciente divorcio, ve cómo su vida da un giro de 180 grados al verse envuelta en la investigación del asesinato del empresario Daniel Urtice, esposo de la enigmática autora de novela negra Norma Seller. Enfrentándose a la oposición del Inspector Torres que no está de acuerdo con que una escritora ejerza de detective amateur, Miranda no descansará hasta sacar a la luz una oscura trama de secretos, infidelidades, negocios turbios y traiciones en la que todo parece girar en torno a uno de los manuscritos de Norma Seller, y donde nada será lo que parece. La verdad solo llegará tras un frenético recorrido por el norte de España en el cual Miranda deberá poner en riesgo no solo todo aquello que ama y en lo que cree, sino algo aún más importante.
 



Introducción 


Inserto en el norte de la península ibérica, nadie sospecharía que en un paraje de vistoso verde  pudiera tener lugar un espantoso episodio no apto para gente con la sensibilidad en un más que dudoso equilibrio. La lectura de Malas influencias me ha metido de lleno en una carrera de fondo que lo era a ratos para, de pronto, dar el esprín correspondiente a una de cien metros lisos. 

El mar Cantábrico de fondo, cómplice silente perfecto de las fechorías transcurridas a lo largo de esta narración. Me parecieron el cóctel perfecto para el argumento de esta película de sábado noche a visionar a solas o en compañía. Noté, de hecho, ese ambiente congestionado de suspicacias incluso dentro de relaciones en apariencia sólidas como fortalezas rocosas. Nada más lejos de la realidad, pues no he hecho más que asistir a un juego muy bien trenzado de máscaras que Marc R. Soto ha conseguido orquestar y con suma maestría. 

Es en definitiva un thriller al más puro estilo hollywoodiense, que no te da tregua y al que poco o nada le falta, ni siquiera las dosis justas de sangre, suspense y sensualidad (digo bien, pese a que no lo parezca) como buena novela negra que se precie. 

Perderse por la ruta propuesta para aderezar un escenario como este, requiere de veras armarse de una mente lo suficientemente fría a fin de no sucumbir ante las sorpresas que acechan en la sombra de cierta buhardilla... 



Los agentes implicados

¿Por qué no? Voy a empezar justo por esa 'buhardilla', en concreto por su esquiva y recelosa dueña: Norma Segura, alias Norma Seller. Me sugirió ser un personaje con mucho juego y que aparecía cuando y donde tenía que aparecer. O mejor hablar en plural de ella ya que mientras una, a mi juicio, representa la inocencia infantil que lo explorá todo sin reparos, la otra (Seller) viene a ser el desengaño, el encontronazo con una realidad que no era tan de color de rosa. En parte, me he identificado con ella porque, no en esa situación exactamenre, pero sí en otras simares me he visto envuelta y desde luego que hasta he llegado a entender la razón de muchos de sus actos posteriores "al descubrimiento de ciertos asuntos".

Por otro lado y sin alejarnos tanto de ese 'espacio tan íntimo', está digamos su amiga del alma (por no tildarla de "siamesa"), ya que cual lapa ella siempre estaba a su lado, como si fuera su mismísima sombra pero ya despegada del suelo. Hablo de Carmen. Para mí es una mujer que quizá haya pasado por algún proceso de estigmatización o incluso acoso sistemático en su juventud; no lo pudo superar y se lo trajo consigo a su edad más adulta. Concluí que toda su realidad se basaba en una secuencia de proyecciones partiendo de la afirmación que a mi parecer la delata: «Y cuando poco después ella estuvo a punto de perderlo todo, yo estuve a su lado.» Es aquí donde entraría el juego de proyecciones en el sentido de que la propia Carmen, puede que en su pasado también lo perdiera todo y ahora vuelca ese apoyo del que no gozó pero de forma enfermiza y obsesiva hacia su ídolo: Norma. ¿En cierto modo sería un poco víctima también? 

Dando bandazos, y es literal si seguimos la estela de la narración, tenemos a Miranda García, alias Miranda Grey. No al nivel de Carmen, por supuesto, pero sí que en Norma encuentra su referente literario, un espejo en el cual mirarse y tomar ejemplo en sus "primeros pasos" dentro del gremio. Sin embargo y gracias a su personalidad impetuosa, consigue dar pasos de gigante no solo en el plano "profesional". Empaticé con ella porque también soy un poco así, con esa curiosidad innata que en más de una ocasión nos pone en algún que otro aprieto. Pero aquí, como «nada es lo que parece», como un huevo, bajo todo ese atrezo aguerrido se camufla su parte más sensible.

Y no, no he marginado al sector masculino de esta trama; no tienen ningún desperdicio tampoco:

Empecemos por Ricardo Alcázar, alias 'el ex' de Miranda. Para mí, un tipo formal que se comporta acorde con su cargo de comisario, además de ser un hater declarado de la Seller. Pero, como todo se contagia, también tiene su "clara" al igual que su 'Mir', hecho que me convenció de que seguía siendo humano. Sin embargo, y aunque a regañadientes como buen cascarrabias, hizo lo que tenía que hacer: otorgar un salvoconducto a partir del cual nos desenreda la madeja. 

¿Nos vamos al lejano oeste? Porque al parecer un «vaquero» anda suelto por Santander. Hablo del inspector Alejandro Torres, alias Álex quien al principio, con las suspicacias propias de un policía de raza, acabó confiando en la voz de su instinto y de las evidencias que contaban a gritos sordos la verdad. ¿O mejor dicho, verdades? Me alegró su desapego final con el pasado... Y ahí lo dejo. 

Parece que esto va de tres en tres. Me falta el bueno de Jesús,  que lo mismo que tiene de "agente literario" lo tiene de oportunista. Pero existe algo que pone cada pieza en su sitio cuando llega el momento: el karma. Sin embargo, me gustó de él su manera de cambiar de enfoque las circunstancias acaecidas y los sabios consejos que indirectamente también me daba a mí. 



La Estructura

La novela de Soto se divide en tres partes bien definidas, como de tres actos se compone una obra teatral. Y digo bien, puesto que cada personaje interpreta a la perfección sus roles teatrales. En efecto, como «las apariencias engañan», en cada parte los distintos personajes van descubriéndonos su otra cara (u otras) cual caleidoscopio. Por tanto me parece muy acertada, en mi opinión y gracias a ello se ha mantenido el suspense hasta el final. Con lo cual, anticiparse aquí es inútil y eso juega a favor del autor. 



El Autor

Tuve la suerte y oportunidad de entablar conversación en redes sociales con Marc R. Soto. Natural de Santander, me pareció una persona con gran sentido del humor y que al mismo tiempo «es una tumba». Digo esto porque aún recuerdo que le comenté algo así como que no iba muy desencaminada respecto a la autoría del crimen y directamente me ha dejado boquiabierta. Lo que sí me atrevo a confesar es que es un autor del que puedes lograr tener  nociones acerca de cómo escribir novela negra porque, insisto, ha demostrado ser todo un maestro. Tener, no tengo peros, sí laureles y «Buenas intenciones» de mi lado. 



Mi Fallo 

¿Y qué hay de la víctima? ¿O debería expresarme en plural? Juzguen ustedes mismos tras la lectura de la Novela, pero pongo el foco en la versión oficial, en Daniel Urtice quien, como muñeca rusa, me pareció rivalizar con el mismísimo Copperfield, "azafata" mediante.

Recomendación: cuidado con tus círculos, no vayan a ser Malas Influencias

09 agosto 2021

El Día que Dejamos de Creer en los Ángeles: La Reseña






El Día que Dejamos de Creer en los Ángeles

La Reseña






«—¿Quieres que vaya al grano?
»—Please, darling: hazme mucho más sabia, porque belleza me sobra.
                         »—[…] Si tratas de modificar algo de lo que ya fue, corres el peligro de alterar 
                            peligrosamente lo que es en el ahora y mucho de lo que será en el mañana.»


Sinopsis

Año 2047. La vida de la detective Michelle Cavelier da un giro inesperado cuando acepta echarle una mano al Señor de la Muerte, un ángel impredecible y caprichoso, empecinado en desvelar el misterio que ronda alrededor de un brutal asesinato, cometido por otro ángel. Lo que parecía ser un simple favor, una investigación de rutina, de pronto se convierte en un viaje alucinante a los recuerdos de Michelle para averiguar lo que sucedió con una misión fallida y mortal, borrada de su memoria muchos años atrás. El Ángel de la muerte decide violar algunas reglas para tratar de recuperar lo que desapareció de la mente de la detective. Mientras tanto, una adolescente llamada Isabel quiere hacer algunos ajustes a su aburrida existencia, sin sospechar que uno de esos cambios —perder su virginidad— despertará fuerzas poderosas que pondrán a temblar a la nueva clase dirigente de la Tierra: los ángeles, que conviven con la humanidad desde hace más de veinte años en paz y armonía (por ahora).

El día que dejamos de creer en los ángeles es un thriller distópico entreverado de fantasía y ciencia ficción que engancha al lector desde las primeras líneas.


Introducción 

¿Por ahora? 

Me he tomado la licencia de comenzar esta reseña con la cita inicial que llamó mi atención por esa afirmación final tan lapidaria, la cual y lejos de restringirse a la mera ficción, resulta certera. 

Escrita con espíritu transgresor y visión futurista, El día que dejamos de creer en los Ángeles es la primera novela de Mariano Estela Aldana, de quien hablaré más adelante. Esta narración me sumergió en una realidad cuando menos inquietante pero no tan remota como parece dado el auge constante de tecnologías de ultimísima generación. 

En un primer momento me llevó a congraciar Regreso al futuro con El Quinto Elemento, el primero por los viajes temporales de McFly (a bordo del Delorean) y el segundo porque está ambientado en un entorno altamente tecnológico (con vehículos que también desafían las leyes gravitacionales). 

Pese al avance tecnológico y que este beneficie para un mejor abordaje, los métodos de investigación siguen siendo los mismos y en mi opinión es muy positivo que así sea: toda ficción tiene un "anclaje" en lo real. 

Viajamos en el tiempo a través de los recuerdos y ese es uno de los aspectos que la diferencian de otros títulos que haya leído anteriormente. Decir que fue un "flechazo". Si hay algo que me apasione es el tridente pasado - presente - futuro, sumado al ocultismo de varios pasajes, que me sorprendió para bien, superando con creces cualquier tentativa que pudiera tener mi imaginación. Pero sí que me llevó a pensar en un "gobierno único", en apariencia feliz, y nunca hubiera contado con la presencia de semejantes plumas. 

Este contexto de armisticio humano-angelical no me dejó indiferente y claro que repito en la segunda remesa. 


La Estructuración 

Como comentaba, un escenario tan heterogéneo, cambiante y que se mueve en distintos planos temporales exigía una estructura que no hiciera chirriar el engranaje. Dividir la trama en cinco «libros», me pareció un acierto ya que de ese modo no me desconecté en ningún momento de la historia, manteniéndome en vilo a la espera de lo que pudiera suceder con las cacatúas

A medida que leía, me gustaba anticiparme, pero muy contadas veces mis cábalas coincidían con la propuesta del autor. Y he aquí otro factor distintivo: son libros con nombre propio, a cada cual con su personalidad inherente, cuya esencia permanecía constante cual leitmotiv

Me encantaron los giros argumentales con que me he topado aquí y, encima, son coherentes  y no menos sorprendentes. 


Los Personajes

Destacaré los que me parecieron las piezas fundamentales del mecanismo y daré mi opinión dos a dos:

1) El Ángel de la Muerte y El Señor de las Sombras: dos entes celestiales poderosísimos, el primero irreverente por naturaleza, con cierto engreimiento y que, a priori, parece ostentar el don de la omnisciencia entre otros; el segundo, quiere dárselas de Gentleman, más oscuro si cabe, pero en realidad es lo más parecido a un sicario; lo supe desde sus primeras intervenciones e intranquila me quedé porque algún as se guarda bajo el ala. Además, este último sí que parece no tener corazón (lógico por ejercer su función), a diferencia del primero o eso fue lo que me sugirieron los acontecimientos.

2) Juanfe y el Capitán Wright: Todo un bonachón cuyos sentimientos es reacio a mostrar por vergüenza y que aceptará su destino aunque al principio a regañadientes por "desconocimiento", Juanfe es de mis favoritos también por su actitud altruista y protectora (la valiente Elena). El 'Capi' me pareció todo un líder motivador que bien podría hacer andar al bueno de Lázaro y que, como Juanfe, pondría la mano en el fuego por sus subordinados (cabo Torres incluido). ¿Pero qué traerá su otra faceta? Seguro algo gordo. 

3) Michelle Cavelier e Isabel: Se dice que lo mejor viene al final. Entonces, ¿cómo no mencionar a estas damas cuya presencia tiene visos de ser crucial? Por una parte, la Cavelier me ha parecido una mujer de armas tomar a la que cualquiera se atreve a intimidar sin salir escaldado/a y, sin embargo, tan solo dos mestizos (Helga y el asistente del delegado) fueron capaces de doblegarla, cada uno a su manera y hasta aquí puedo leer. Por otro lado, Isabel se me antojó como la "típica joven incomprendida" y, por tanto, rebelde pero con causa y siempre porsilasmos (me encanta esa expresión, lo que la hace más natural, más ella con la curiosidad de cualquier polluelo neonato). He de confesar que me identifiqué con ambas, con Michelle de inmediato pues es de los pocos personajes con los que comparto tanto, como si fuera mi doble. Pero el destino es caprichoso, ahí lo dejo.

E inventariando un poco, a mi juicio, hay un personaje que requería mención aparte por su estatus de eminencia en el escalafón celestial:  el Querubín, un ser superior en todos los sentidos y con una dieta tan peculiar que me llevó a pensar que era tanto o más despreciable que El Señor de las Sombras, pero me sorprendió para bien el hecho de que tras su extravagancia desmedida, haya caridad (y no poca); los hechos así lo atestiguaron. Me dejó expectante y ávida de ¿otras demostraciones de su particular probidad? Porque «Los tratos con los humanos eran simples: ellos seguían dirigiendo sus naciones mientras los Ángeles asumían una posición de seres supremos. Muy simple: unos arriba y otros abajo

Lo sensato: adoptar una posición neutral para no sufrir las duras consecuencias. 


El Autor

¿Qué hacer sino desaherme en elogios ante un autor revelación que no creía serlo? Decir que comulgué con su estilo narrativo desde que me atreví a leer –intrépida de mí, como Michelle– el prólogo y primer capítulo. Automáticamente, confié en que se acabaría publicando y helo ahí. 

Oriundo de Colombia, Mariano ha demostrado tener pleno dominio sobre cómo construir una historia consistente y bien trazada para que te deje con la miel en los labios gracias a sus finales abiertos; lienzos en blanco que rellenar por nuestras mentes inquietas pero con la certidumbre de que la incertidumbre va a ser la constante protagonista. 

Mediante el uso de un lenguaje con múltiples registros, desde el más formal al más "callejero" y según qué personaje, creó un clima óptimo del que ya soy asidua. Resultado: un escenario fresco y en constante evolución reflejado a través de los personajes y sin abandonar el tono sarcástico. 

Ahora bien, dejando aparte el aspecto más profesional y técnico, como persona también me ha demostrado ser un tipo jovial,  íntegro y generoso al que no le importa echar una mano a quienes realmente lo necesiten. Doy fe. 

Como dijo Max Estrella en otra obra homónima, me quito el cráneo... 


Conclusiones finales

Y pensando más a largo plazo, ¿dónde y cómo estaremos en 2047? Por mi parte la respuesta es clara: si me preguntaran qué llevaría conmigo ante un cataclismo como el descrito por Mariano, esta novela se convertiría en mi mapa y brújula.  

De hecho, vamos por más de la mitad del 2021 y el estado de salud (medioambiental, social y geopolítico) del Planeta que habitamos no es que sea tan boyante como cabría esperar y  El día que dejamos de creer en los Ángeles da pistas sobre cómo podríamos reencauzarnos para dejar de estar abocados a la Nada, destino que aún podemos eludir si ponemos un poco más de conciencia de nuestra parte.

Representa, en líneas generales, una llamada de atención a sabiendas de que estamos en tiempo de descuento.

Por tanto lector, discrepes o no del despertar, en efecto este Título lo tienes recomendado. 

Feliz viaje. 


30 junio 2021

#EstrellasDeTinta - Reto junio 2021



Este relato y microrrelato se engloban en el reto de escritura creativa #EstrellasDeTinta creado por Katty COOL. Las normas son estas para poder participar y así entender la dinámica.

AVISO: Hay contenido sensible (TW) solo en el relato



Indicios

 

 

 

Relato:



Teníamos todas las esperanzas de encontrarlas junto a la embarcación. Sin embargo, hemos podido rescatar sus efectos personales: una mochila negra que presumiblemente pertenezca a una de las desaparecidas y un cuaderno en blanco salvo por la primera página. Usted fue la última persona que las vio con vida, lo que no implica que tengamos que lamentar pérdidas humanas puesto que no se han hallado indicios de violencia o restos de sangre… Dígame entonces ¿cómo diría que era la relación entre las susodichas?

—Mire señor agente… no sé qué es lo que está insinuando pero ya le digo de primera mano que son un encanto de criaturas. Es más, si así lo desea, le puedo dar el nombre del restaurante en el que me invitaron a comer…

—Entiendo, doña… ¿Sofía me dijo que se llamaba?

—Ese es mi nombre. Le doy mi DNI y lo comprueba.

—Me fío de su palabra, no es necesario. Pero retomando la investigación…

—Se estaban conociendo. De hecho, una era natural de Málaga, Ángeles se llama pero el apellido es italiano… ¿cómo era? ¡Ah, sí, Pausini, como la cantante! Le venía de su abuelo que se afincó en tierra andaluza. Nos lo contó mientras comíamos en el Café Tucán, que fuimos en un coche alquilado por ambas.

—Sí… a unos diecisiete kilómetros de aquí. Lo conozco. Alguna que otra vez he llevado a mi mujer a cenar allí. Hablaremos con el dueño del local para continuar con nuestras pesquisas y contrastar versiones. Y cuénteme, me dijo que se hospedaban en aquella casa rural que está al final del camino. ¿Conoce por algún casual por cuánto tiempo?

—Durante la comida, María dijo que había contratado un tour de una semana para visitar Rumoroso y así Ángeles podría tener la oportunidad de conocer la localidad mientras pasaban ese tiempo juntas. Y hablaron de que terminarían la experiencia con una ruta en barca por el Pozo… Cuando salimos del Café, nos dimos los teléfonos. Y yo llamé y llamé pero o estaba apagado uno o saltaba el contestador en el otro. No sabía qué hacer.

—Ya. Por tanto diría que su relación era más que cordial… ¿La tal María era de por aquí?

—Por supuesto, señor agente. Ya le digo que María la quiso sorprender y lo consiguió. Las veía muy ilusionadas. Hacen muy buena pareja a juzgar por cómo se miraban.

—Entiendo. Tomo nota de los mismos y procederemos a rastrearlos. ¿Y todo eso cuándo ocurrió exactamente?

 

Aquel viernes 6 de enero fue la última vez que doña Sofía tuvo contacto con las desaparecidas, tal y como le aseguró a Joaquín Cobo, inspector a cargo de la investigación. Junto con la brigada asignada, decidió desandar el camino recorrido por la pareja y ello incluía entrevistarse con el dueño de la casa rural a fin de arrojar más luz sobre el asunto.

El domingo 8 de enero no pareció dar tregua. Los avances meteorológicos no eran muy halagüeños; continuaban las perturbaciones cual si fueran teloneras contratadas específicamente para que precedieran a la estrella del espectáculo: la tormenta. La función prometía, pues hizo acto de presencia entre tamborrada plomiza y destellos de fuegos artificiales esporádicos y por distintas localizaciones en el cielo. Tal era la actitud inclemente del tiempo que toda suerte de animales autóctonos corrían raudos en busca de refugio que les diera cobijo. Y quien dice animales, dice también personas, en especial:

—¡Corre, Ángeles! ¡No te sueltes de mi mano! Que ya casi estamos.

—¡No lo haré, María! ¡Menos mal que al final no nos subimos a esa barca por recomendación del monitor! ¡Ahora la tormenta arrecia y si no llegamos lo antes posible a la guarida que tú dices, terminaremos hechas una sopa!

Y en efecto, llovía a mares y encima soplaba una ventisca enfurecida enviada desde el noroeste. Sorteando hierbas y matojos, oyeron de nuevo otro rugido del tiempo, el cual se dilataba, haciéndose todavía más denso y desquiciante, hasta tal punto que ninguna de las integrantes de la incipiente pareja estaba siendo consciente de si tocaban el suelo o directamente levitaban o, incluso, si volaban como ángeles. ¿Cómo ángeles? ¿Es que acaso lo eran y experimentaban una ilusión de vida como extensión de la terrenal? Ni mucho menos. Tan solo se sentían sobrecogidas por la situación, pero… ¡ahí estaba!

El gran sentido de orientación de María, quien era buena conocedora del bosque que las intentaba envolver, las guio  hacia la entrada de lo que parecía constituir una gruta excavada en la mismísima falda de una pequeña peña, por la mano inigualable y prodigiosa de la madre naturaleza. Cansadas por el sobresfuerzo realizado, se aventuraron a pernoctar en su interior a priori abrupto pero acogedor dadas las circunstancias:

—¡Ufff, menos mal que conseguimos evitar que ese pobre arce se nos viniera encima!

—Sí, Ángeles. Por los pelos. ¿Es cosa mía o nos hemos salvado por tu nombre? 

Ambas se echaron a reír, lo que propiciaba que se instaurara la relajación en sus cuerpos estresados.

María retomó la conversación:

—Es cierto. El pobre arce no pudo resistir el sablazo propinado por aquel rayo traidor; como si se la tuviese jurada. En fin. Pero no hay mal que por bien no venga: recogí los suficientes trozos de su madera y ahora tenemos material para hacer una hoguera con que entrar en calor.

—¿Viniste con un manual de supervivencia en lugar de pan bajo el brazo? Y si tan lista eres ¿me podrías decir cómo harás fuego si ninguna de las dos lleva encima un mechero? Imposible por mi parte, yo no fumo. Tú no lo sé…

—Cariño, eso no va tampoco conmigo. Aprecio demasiado mi vida y la de la naturaleza que me vio nacer, así que tranquila que por mi parte no cae esa breva.

—Y me alegro de que no fumes pero sigues sin responder a mi pregunta…

—¡Ay, mujer de poca fe! Cosa que me extraña viniendo de donde vienes, del sur. Suerte que no me dejé la mochila en aquella barca; lástima que tú sí y esa libreta de mariposas que pensaba regalarte…

—¡Oh, qué detalle por tu parte! ¡Muchas gracias, Mari! Porque puedo llamarte así, ¿verdad?

—Llámame así si gustas y ser, seré lo que tú quieras que sea…

Sus ojos emitieron un brillo como nunca antes, más intenso si cabe que los del propio rayo que atravesó aquel árbol; se miraron de un modo especial. Un rubor revoltoso anegó el rostro de la Pausini.

—¿Entonces?

—¿Entonces qué? –contestó María, juguetona.

—¿El fuego?

Hábil, la susodicha extrajo de su mochila los restos del malherido arce y los apiló casi en el centro de la oquedad, donde consideró que no había tanta concentración de humedad, montón que rodeó con unas cuantas piedras. Valiéndose de yesca y pedernal, logró arrancar unas cuantas chispas, las suficientes como para crear una pequeña hoguera.

¿Las suficientes?

—Contigo al lado me siento más protegida. Yo la verdad que no sabría desempeñarme tan diestramente como tú en entornos como este. Vivir en la capital de provincia es lo que tiene. ¿Tanto se me nota que soy esencialmente urbanita?

María se tronchó de la risa.

—Se te note o no… a mí me fascinas igual. Lo hiciste desde el momento en que vi tu foto de perfil. Me dije: a este bellezón no lo puedo dejar escapar y, aquí estamos. Ahora bien, no pienses mal, que esta tormenta para nada estaba entre mis planes como tampoco tengo mucha pinta de ser ‘Tormenta’ de los X-Men. Y… ¡oye, debes de estar empapada! ¿Te presto algo de ropa que llevo en mi mochila, ponemos la tuya a secar y te arrimas al fuego?  No quisiera que pillaras un constipado…

—Sabes qué. Tengo una idea mejor y creo que esta hoguera, que ya arde de por sí, hasta se nos quedará pequeña…

 

Al día siguiente, el inspector Cobo ya estaba cotejando las triangulaciones efectuadas por su equipo especializado. Uno de los móviles señalaba una ubicación clara. Doña Sofía, pendiente en todo momento de cualquier avance en la investigación, pidió ir con ellos en el Jeep.

—Está bien, doña Sofía. Pero con la condición de que nos deje hacer nuestro trabajo.

—Por supuesto, inspector. Me mantendré al margen. Solo quiero comprobar que están bien.

Al cabo de veinte minutos de trayecto, el arce quebrado.

—¡Oh, Dios! Que no les haya pasado nada…

—Señora…

Joaquín Cobo trataba de manejar la situación.

Al rato, la entrada a la cueva.

El haz de luz de su linterna enfocó una hoguera en sus últimas brasas y,  extasiados, tal vez embriagados por el elixir del amor, dos cuerpos dormidos, pero también desnudos y arropados por una fina manta…

Eran las ocho y media de la tarde, fría pero ya seca.



@0606Anas, mayo

Título: Indicios 

Estrellas mes: 3

Palabras: 1451

Objetivo Relato: #3

Objeto oculto 1: #18

Objeto oculto 2: #7

Extras: 
Protagonista femenina, Test de Bechdel

Comentarios: 
@kalen76, micro de mayo; @MUSAJUE, micro de mayo; @isefran relato y micro de mayo; @EricaFortuny, relato y micro de mayo; @sinciforma relato y micro de mayo; @jesusakacarton, relato y micro, mayo  


AVISO: Contenido sensible (TW): violencia, restos de sangre, desnudos







Mariposas en mi vientre





Microrrelato: 



«¿Las ves? La Gran Diosa Gamba Sagrada Cósmica que nos salvó, alza el vuelo como las mariposas en mi vientre y nos regala las Osas, juntas, como tú y yo. ¿Adivinas cuál soy?»




@0606Anas, junio

Título: Mariposas en mi vientre

Palabras: 33

Objetivo Micro: #10

Objeto oculto: #17

Estrellas: 3

Recomendación
Amores del pasado, @sinciforma, mayo

Enlace

Comentarios: Ídem relato

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