Mostrando entradas con la etiqueta Amor. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Amor. Mostrar todas las entradas

12 junio 2022

La Red del Amor





Mi zozobra, mi mayor temor. Cual navío sin patrón, a merced estuve de las velas del amor, ese amor por ti hasta la fecha reprimido y por el cual de agonía sufrí al perder en el arduo camino mis reservas de valor. ¡Ay, amor, que en tu red me envuelvo de perdición!

22 mayo 2022

Dulce abrazo





De ciudadano del mundo devine a paria cuando lo único que pedí tú lo sabías. Y sabes que el dulce abrazo de tus manos nunca dejó de ser mi refugio en tus noches veladas, baladas que abrían de par en par un húmedo y bello camino oculto en tu asalvajada selva...

02 mayo 2022

Contigo





'Contigo' significa descolgar estrellas... Y en la línea de un verso hacer que sientan como yo siento el amarre de la venda con que prendiste mis muñecas, mientras éramos uno bajo la luna nueva: nuevo amor... sellado... venga quien venga...

23 abril 2022

Corazón cautivado




Lo que siento por ti desde que de nuevo nací al tenerte por vez primera frente a mí y luego a mi lado, me obliga a ser tupida e inerme niebla para enrocarme en tu boca de almidonados labios, sin hacerte daño, pues prisión ya es de este corazón por ti cautivado.

16 abril 2022

Letras de sangre





Si me lo pides, hasta con letras de sangre sellaría el contrato que nos lleve al cielo. «¿Y qué es para ti el cielo, amor mío?» Tranquila que con ternura te lo digo: cuando estoy contigo se me borran las penas porque tu aroma se convierte en mi sino.

09 abril 2022

La marea del tiempo




Veo, veo... ¿A eso juegan mis ojos? El resplandor azul ven en los tuyos. Cuando son arrastrados por la marea del tiempo, creen que lo que fue, es y será es nuestro idilio surcando los sueños. ¿Sueños son, dijo el maestro? Da por supuesto que son algo mío y tuyo.

22 marzo 2022

Dime, Luna...






Conocedora de pulsiones ocultas, Luna, compañera de fatigas aparejadas a las noches en vela, ¿dime si tan atroz y peregrino es mi destino, forjado a base de arder de amor en tu fuego prístino y, aun, clandestino? Confieso estar obnubilado por tu mágico brillo...

Otoño






Con nudillos ocres atiza el otoño mi puerta. Comienza la cosecha. En un millar de racimos, tus recuerdos alfombran mi alberca, que con dulzura me riegan y abrazan mi alma cuando la tuya se acerca.

18 marzo 2022

Ciento ochenta grados






Por un momento pensé que había acabado con su vida.
.................
Esa noche, estaba hecha un basilisco. No podía creer que mi novio de toda la vida ¡estuviera con otra al mismo tiempo que salía conmigo! ¡¿Por cinco años?! ¿En serio? Ahora entiendo que saltara el contestador cada vez que llamaba al fijo; al móvil, otro tanto... ¡Estaba con esa zo...! Y no quiero seguir porque...

Indiferente al bochorno que despertaba en los ojipláticos viandantes, abrí bruscamente la puerta de mi coche y me puse a conducir como si estuviera en la fórmula uno. Al rato, oí una sirena proveniente ¿del maletero? Qué va, no iba colocada ni mucho menos, bueno sí, pero de rabia y odio profundos hacia el que desde ese momento ya era mi ex.

Una patrulla de policía:

—¡Documentación! –me espetó el agente.

Muy mono, por cierto pero no tenía la noche para juergas. Accedí a regañadientes.

—Señorita, tendrá usted que acompañarme.
—¿De qué se me acusa? Que sepa que aún no he matado a nadie...

«Bueno, al cab... de mi ex podría, pero ¿merecería la pena?»

—No se lo quiero repetir de nuevo. Haga el favor de acompañarme a comisaría. Lleva su permiso caducado desde hace dos meses. Podemos solucionar esto de forma pacífica.

—Ok, ok, sin problema...

No acabó de filiarme.
Ni corta ni perezosa, me monté a la desesperada en mi auto; al acelerador no le di tregua. Me salté dos semáforos, casi me llevaba unos cuantos empellones. La poli a la zaga. A la tercera fue la vencida: un utilitario me destrozó uno de los faros delanteros. De rebote, derrapé y, de pronto, un golpe seco.

—Madre mía, ¿está usted bien?

Mi vida daba un vuelco de ciento ochenta grados por un flechazo...

25 febrero 2022

Azarosa mariposa





«Entre una rosa y un clavel su majestad escoja», dijo un magnífico con cierta mofa. Eres de mis ojos la inocente y azarosa mariposa, que inunda sin querer de magia este vientre que es endeble Babel ¿capaz de conjugar el verbo amar y poder ser tu eterno cascabel?

24 febrero 2022

Tu musa





Desde el día en que nací, sueño con atracar mi velero errante en la orilla de tu piel cetrina. Culmina y sella con tinta carmesí ese poema prometido, que por desafueros y desventuras, se guardó para adentro aquello de que, pasara lo que pasase, yo sería tu musa.

20 febrero 2022

¿De verdad que hice eso?





—¿Me podrías explicar de qué va todo esto? Porque no sé de qué me hablas, Tina.

—¿Te estás quedando conmigo? ¿No te acuerdas de esa noche y del espectáculo que montaste, Nadia?

—¿Yo? ¿Espectáculo? Creo que te confundes de persona. ¿Tan barriobajera te parezco? Pues siento desilusionarte, pero desde luego que no pertenezco a ese club tan selecto.

—¿Es cosa mía o de un tiempo a esta parte te has vuelto una cínica de libro? ¡Vamos, Nadia! Todo el mundo sigue recordando el bochorno que nos hiciste pasar. Fue lamentable por tu parte; totalmente en contra de la imagen tan formal y correcta que transmites en la oficina…

—Para el carro, Tina. ¡¿Ahora te las das de moralista…?!

—Pues deja que te refresque un poco la memoria, que evidentemente padece amnesia selectiva. Sí, Nadia, y no me pongas cara de estar escuchando una conferencia en chino mandarín.

—Tampoco me tomes por imbécil. No seas oportunista…

—¿Recuerdas la pasada cena de empresa? Estábamos todos salvo tú; nuestro jefe, de los nervios. Llegaste la última. Te presentaste en el restaurante como si fueras una estrella del Rock, engalanada con un más que sugerente abrigo de visión y con gafas de sol aun siendo de noche. Pero no fue tanto el abrigo el centro de atención, sino lo que había debajo: te lo desabrochaste y comprobamos con pudor cómo de bien contrastaban tus tacones de aguja negros con tu desnudez. Si era esa tu forma de declararte, lo llevas claro.

—¿Cómo? ¿En la cena? ¿De verdad que hice eso?




Terminado el descanso…

—Nadia, te estaba buscando. ¿Podrías venir a mi despacho?

Ya dentro:

—Usted dirá.

—¿Qué tal si quedamos esta noche? Y, por favor, ponte un calzado menos sofisticado, no vayas a abrirte la crisma otra vez.

27 diciembre 2021

Misión: deseo cumplido








Doris Galván, de profesión divorciada —no una ni dos veces, sino que iba por la sexta–, parecía estar afiliada a bailar con el más feo. Se hallaba en el ocaso de los cuarenta, sin hijos y sin canas en su aún voluptuosa cabellera castaña. Era viernes noche. Por poner, se había puesto cómoda aparte de una película; sus favoritas eran las del Agente 007.
«Ya no es mi Pierce Brosnam, pero su sustituto tiene su aquel y tampoco es que me amargue jugar el todo por el todo en cierto Casino», se dijo mientras sacaba las palomitas del micro.

Acabó cogiendo el envoltorio por el borde superior para no abrasarse las yemas cuando oyó una especie de cortocircuito que hizo parpadear las luces. Aún en mitad del pasillo, la penumbra lo conquistó todo.

De pronto, una voz seductora quebró la umbría:

—¿Pero dónde estoy? ¿Cómo he llegado aquí, si hace nada que me querían coser a metralla...?
—¿Craig, Daniel Craig? ¡¿De verdad eres tú, perdón, es usted?!
—Mmm, depende de quién lo busque...

Girándose y viendo lo que tenía delante, rebajó su tono un tanto hostil:

—Bueno, más bien soy el Agente 007. Puedes llamarme Bond, James Bond –dijo extendiendo la mano.
—Ya, si ya lo veo, ya...

«Si es que estás mejor en persona; ¿deseo cumplido?», le tembló el pensamiento.

La Galván se relamió por dentro, a pesar de su asombro.

—¿Y con quién tengo el gusto?
—Galván, Doris Galván. Y la verdad es que tengo otra misión asignada para usted...
—Por favor, tutéame.

Acercó el suave y perfumado dorso a sus carnosos labios.
Lo cierto es que no hicieron falta las luces.
Prenda de seda y esmoquin besaban ya el parqué...

11 diciembre 2021

Un adiós disfrazado de volveré

 




Cuando te vi por primera vez en aquel parque, supe de inmediato que mi corazón, si latía, era por tu mirada gris diamante. Como también supe que justo allí me verías partir.

Recuerdo aún tu gesto divertido al tiempo que dividido pues, por un lado, entendías que era mi deber incorporarme a filas para luchar por la paz, más bien por ti pero, por otro, me dijiste que a partir de mi marcha vivirías al cincuenta por ciento y bajo la convicción de que siempre mantendrías vivo el recuerdo de lo nuestro y harías todo lo posible por seguir ayudando al prójimo cuando lo necesitara, como viste que hacía yo cuando nos conocimos y ahí nuestro amor fraguó.

Solté una carcajada teñida de congoja, dado que era consciente de lo que me dejaba atrás por una guerra a la que apenas encontraba sentido.

Sin embargo, en mi mente latía la frase inequívoca residente en la boca de cualquier soldado: «Todo por la Patria». ¿Pero la Patria lo daba todo por mí?

Fue entonces cuando se te ocurrió una idea. Me tomaste de la mano, reímos, saltamos, corrimos como dos críos hasta decir basta. En ese momento de hastío te susurré al oído que quería tenerte ahí adentro aunque fuera por escasos minutos; una, dos veces, las que hicieran falta.

Antes, pusiste en bucle esa canción en el Spotify para que mientras lo hiciéramos sonara, entre otros, un inolvidable verso: «[…] Nada por lo cual matar o morir». Pero también recuerdo que te dije: No te equivoques, Oscar; morir moriría y muero por tí.

Me despedí lenta y tiernamente con un adiós disfrazado de volveré y lo mejor de todo es que tú lo sabías, porque me iba al frente cargada con la munición de tu amor.

Ya van cuarenta meses desde aquel 5 de mayo de 2008.

25 octubre 2021

Sentirte quiero






#Reto4palabras 

Respirando me dejó tu amor infiel a través de una maldita cicatriz, la misma que, cual llama del averno, carboniza el crepúsculo de mi apocado sentir. Y aun así, en ese poema que compusiste y con el que me obsequiaste al morir, sentirte quiero y quiero vivir.

30 junio 2021

#EstrellasDeTinta - Reto junio 2021



Este relato y microrrelato se engloban en el reto de escritura creativa #EstrellasDeTinta creado por Katty COOL. Las normas son estas para poder participar y así entender la dinámica.

AVISO: Hay contenido sensible (TW) solo en el relato



Indicios

 

 

 

Relato:



Teníamos todas las esperanzas de encontrarlas junto a la embarcación. Sin embargo, hemos podido rescatar sus efectos personales: una mochila negra que presumiblemente pertenezca a una de las desaparecidas y un cuaderno en blanco salvo por la primera página. Usted fue la última persona que las vio con vida, lo que no implica que tengamos que lamentar pérdidas humanas puesto que no se han hallado indicios de violencia o restos de sangre… Dígame entonces ¿cómo diría que era la relación entre las susodichas?

—Mire señor agente… no sé qué es lo que está insinuando pero ya le digo de primera mano que son un encanto de criaturas. Es más, si así lo desea, le puedo dar el nombre del restaurante en el que me invitaron a comer…

—Entiendo, doña… ¿Sofía me dijo que se llamaba?

—Ese es mi nombre. Le doy mi DNI y lo comprueba.

—Me fío de su palabra, no es necesario. Pero retomando la investigación…

—Se estaban conociendo. De hecho, una era natural de Málaga, Ángeles se llama pero el apellido es italiano… ¿cómo era? ¡Ah, sí, Pausini, como la cantante! Le venía de su abuelo que se afincó en tierra andaluza. Nos lo contó mientras comíamos en el Café Tucán, que fuimos en un coche alquilado por ambas.

—Sí… a unos diecisiete kilómetros de aquí. Lo conozco. Alguna que otra vez he llevado a mi mujer a cenar allí. Hablaremos con el dueño del local para continuar con nuestras pesquisas y contrastar versiones. Y cuénteme, me dijo que se hospedaban en aquella casa rural que está al final del camino. ¿Conoce por algún casual por cuánto tiempo?

—Durante la comida, María dijo que había contratado un tour de una semana para visitar Rumoroso y así Ángeles podría tener la oportunidad de conocer la localidad mientras pasaban ese tiempo juntas. Y hablaron de que terminarían la experiencia con una ruta en barca por el Pozo… Cuando salimos del Café, nos dimos los teléfonos. Y yo llamé y llamé pero o estaba apagado uno o saltaba el contestador en el otro. No sabía qué hacer.

—Ya. Por tanto diría que su relación era más que cordial… ¿La tal María era de por aquí?

—Por supuesto, señor agente. Ya le digo que María la quiso sorprender y lo consiguió. Las veía muy ilusionadas. Hacen muy buena pareja a juzgar por cómo se miraban.

—Entiendo. Tomo nota de los mismos y procederemos a rastrearlos. ¿Y todo eso cuándo ocurrió exactamente?

 

Aquel viernes 6 de enero fue la última vez que doña Sofía tuvo contacto con las desaparecidas, tal y como le aseguró a Joaquín Cobo, inspector a cargo de la investigación. Junto con la brigada asignada, decidió desandar el camino recorrido por la pareja y ello incluía entrevistarse con el dueño de la casa rural a fin de arrojar más luz sobre el asunto.

El domingo 8 de enero no pareció dar tregua. Los avances meteorológicos no eran muy halagüeños; continuaban las perturbaciones cual si fueran teloneras contratadas específicamente para que precedieran a la estrella del espectáculo: la tormenta. La función prometía, pues hizo acto de presencia entre tamborrada plomiza y destellos de fuegos artificiales esporádicos y por distintas localizaciones en el cielo. Tal era la actitud inclemente del tiempo que toda suerte de animales autóctonos corrían raudos en busca de refugio que les diera cobijo. Y quien dice animales, dice también personas, en especial:

—¡Corre, Ángeles! ¡No te sueltes de mi mano! Que ya casi estamos.

—¡No lo haré, María! ¡Menos mal que al final no nos subimos a esa barca por recomendación del monitor! ¡Ahora la tormenta arrecia y si no llegamos lo antes posible a la guarida que tú dices, terminaremos hechas una sopa!

Y en efecto, llovía a mares y encima soplaba una ventisca enfurecida enviada desde el noroeste. Sorteando hierbas y matojos, oyeron de nuevo otro rugido del tiempo, el cual se dilataba, haciéndose todavía más denso y desquiciante, hasta tal punto que ninguna de las integrantes de la incipiente pareja estaba siendo consciente de si tocaban el suelo o directamente levitaban o, incluso, si volaban como ángeles. ¿Cómo ángeles? ¿Es que acaso lo eran y experimentaban una ilusión de vida como extensión de la terrenal? Ni mucho menos. Tan solo se sentían sobrecogidas por la situación, pero… ¡ahí estaba!

El gran sentido de orientación de María, quien era buena conocedora del bosque que las intentaba envolver, las guio  hacia la entrada de lo que parecía constituir una gruta excavada en la mismísima falda de una pequeña peña, por la mano inigualable y prodigiosa de la madre naturaleza. Cansadas por el sobresfuerzo realizado, se aventuraron a pernoctar en su interior a priori abrupto pero acogedor dadas las circunstancias:

—¡Ufff, menos mal que conseguimos evitar que ese pobre arce se nos viniera encima!

—Sí, Ángeles. Por los pelos. ¿Es cosa mía o nos hemos salvado por tu nombre? 

Ambas se echaron a reír, lo que propiciaba que se instaurara la relajación en sus cuerpos estresados.

María retomó la conversación:

—Es cierto. El pobre arce no pudo resistir el sablazo propinado por aquel rayo traidor; como si se la tuviese jurada. En fin. Pero no hay mal que por bien no venga: recogí los suficientes trozos de su madera y ahora tenemos material para hacer una hoguera con que entrar en calor.

—¿Viniste con un manual de supervivencia en lugar de pan bajo el brazo? Y si tan lista eres ¿me podrías decir cómo harás fuego si ninguna de las dos lleva encima un mechero? Imposible por mi parte, yo no fumo. Tú no lo sé…

—Cariño, eso no va tampoco conmigo. Aprecio demasiado mi vida y la de la naturaleza que me vio nacer, así que tranquila que por mi parte no cae esa breva.

—Y me alegro de que no fumes pero sigues sin responder a mi pregunta…

—¡Ay, mujer de poca fe! Cosa que me extraña viniendo de donde vienes, del sur. Suerte que no me dejé la mochila en aquella barca; lástima que tú sí y esa libreta de mariposas que pensaba regalarte…

—¡Oh, qué detalle por tu parte! ¡Muchas gracias, Mari! Porque puedo llamarte así, ¿verdad?

—Llámame así si gustas y ser, seré lo que tú quieras que sea…

Sus ojos emitieron un brillo como nunca antes, más intenso si cabe que los del propio rayo que atravesó aquel árbol; se miraron de un modo especial. Un rubor revoltoso anegó el rostro de la Pausini.

—¿Entonces?

—¿Entonces qué? –contestó María, juguetona.

—¿El fuego?

Hábil, la susodicha extrajo de su mochila los restos del malherido arce y los apiló casi en el centro de la oquedad, donde consideró que no había tanta concentración de humedad, montón que rodeó con unas cuantas piedras. Valiéndose de yesca y pedernal, logró arrancar unas cuantas chispas, las suficientes como para crear una pequeña hoguera.

¿Las suficientes?

—Contigo al lado me siento más protegida. Yo la verdad que no sabría desempeñarme tan diestramente como tú en entornos como este. Vivir en la capital de provincia es lo que tiene. ¿Tanto se me nota que soy esencialmente urbanita?

María se tronchó de la risa.

—Se te note o no… a mí me fascinas igual. Lo hiciste desde el momento en que vi tu foto de perfil. Me dije: a este bellezón no lo puedo dejar escapar y, aquí estamos. Ahora bien, no pienses mal, que esta tormenta para nada estaba entre mis planes como tampoco tengo mucha pinta de ser ‘Tormenta’ de los X-Men. Y… ¡oye, debes de estar empapada! ¿Te presto algo de ropa que llevo en mi mochila, ponemos la tuya a secar y te arrimas al fuego?  No quisiera que pillaras un constipado…

—Sabes qué. Tengo una idea mejor y creo que esta hoguera, que ya arde de por sí, hasta se nos quedará pequeña…

 

Al día siguiente, el inspector Cobo ya estaba cotejando las triangulaciones efectuadas por su equipo especializado. Uno de los móviles señalaba una ubicación clara. Doña Sofía, pendiente en todo momento de cualquier avance en la investigación, pidió ir con ellos en el Jeep.

—Está bien, doña Sofía. Pero con la condición de que nos deje hacer nuestro trabajo.

—Por supuesto, inspector. Me mantendré al margen. Solo quiero comprobar que están bien.

Al cabo de veinte minutos de trayecto, el arce quebrado.

—¡Oh, Dios! Que no les haya pasado nada…

—Señora…

Joaquín Cobo trataba de manejar la situación.

Al rato, la entrada a la cueva.

El haz de luz de su linterna enfocó una hoguera en sus últimas brasas y,  extasiados, tal vez embriagados por el elixir del amor, dos cuerpos dormidos, pero también desnudos y arropados por una fina manta…

Eran las ocho y media de la tarde, fría pero ya seca.



@0606Anas, mayo

Título: Indicios 

Estrellas mes: 3

Palabras: 1451

Objetivo Relato: #3

Objeto oculto 1: #18

Objeto oculto 2: #7

Extras: 
Protagonista femenina, Test de Bechdel

Comentarios: 
@kalen76, micro de mayo; @MUSAJUE, micro de mayo; @isefran relato y micro de mayo; @EricaFortuny, relato y micro de mayo; @sinciforma relato y micro de mayo; @jesusakacarton, relato y micro, mayo  


AVISO: Contenido sensible (TW): violencia, restos de sangre, desnudos







Mariposas en mi vientre





Microrrelato: 



«¿Las ves? La Gran Diosa Gamba Sagrada Cósmica que nos salvó, alza el vuelo como las mariposas en mi vientre y nos regala las Osas, juntas, como tú y yo. ¿Adivinas cuál soy?»




@0606Anas, junio

Título: Mariposas en mi vientre

Palabras: 33

Objetivo Micro: #10

Objeto oculto: #17

Estrellas: 3

Recomendación
Amores del pasado, @sinciforma, mayo

Enlace

Comentarios: Ídem relato

AVISO: No hay Contenido sensible (TW) 


22 junio 2020

Mascotas


Una de las ventajas de cuidar de una mascota es que no tienes que asistir a reuniones con sus profesores... 

31 julio 2019

La Cala





Cuando una cala es la única testigo
Del arrullo del mar azul, del mar en calma,
Una pareja de gaviotas entrelaza sus picos.
Y porque esa cala se aquieta en ese instante,
Constantes, deja que entonen y vuelen los delirios:
La dulce muerte con sus alas, a aquellas envuelve.


12 julio 2019