19 agosto 2015

Infieles





En pos de su corona,
una torda tarde,
fuego se prenden
dos amazonas.

La primera, atigrada;
la última, atormentada;
todo por un mozo
que a ambas tiene animadas.

Y todo por un mozo
cortado a doble cara:
La una, asalvajada;
la otra, hecha un destrozo.




Mas en medio, una alianza
sellando un compromiso,
firme y no movedizo
que sita ante el balandrán

a la más esmirriada,
mientras la otra –intrusa–
la miel degusta
en sus caderas caramelizadas…

Doble traición fue consumada.
No hay limen en la psicodelia.
La engañada en vano porfía
en que una vez sea respetada.


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