20 octubre 2014

Misma Esencia






Sabido nos es que el miedo es un medio
para melaza tornar en maleza,
acechándonos con suma fiereza
y acabar, de paso, sembrados de odio.

Días, semanas y meses de tedio
viendo derrumbarse una fortaleza
que ahora un desierto será de tristeza
cuando fuere sofocado su incendio.

Una sola queja nos deja en jaque,
ya que tan piadoso no fue el sorteo
y más de uno quedó sin su equipaje.

¿Suficientes no son tantos ataques?
Valdría más –creo– hacerse ateo,
pasándonos a una vida salvaje.
  







18 octubre 2014

Sobre la Sabiduría





¡Por la esfera de verdad facunda!
¡Basta de ralea novelesca!

Con voz trémula y tal vez burlesca
mostrose infeliz y pudibunda
al saberse ignorante en picaresca,
lo cual la hace no menos profunda.

Reservada a la clase grotesca,
¡se extienda ahora a la más fecunda!

-¡Qué insensatez!-, musita una fresca.
Quedaos, pues, caciques de segunda,
en negra y pestilente ventresca
para no ser esta vuestra pesca...


¡Y la cultura en los pueblos cunda!








Verdades a medias










¿Una libertad real? No,
realmente figurada.
Como creciente quedó,
y al tiempo ya es menguada.

La fuerza que la erigió,
en seguida exaltada,
vino uno y se la llevó.

¡Mía vida apreciada!
¿Cuánto menos me quedó
si toda me fue hurtada?
 
Por tanto, me consoló
una idea alocada
fijada en una canción
por ruiseñor trovada:

“La Libertad que se dio,
ésa un tanto buscada,
llegó un día y se fugó,
pues sintiose engañada.

¿Dónde fue? No sé nada,
salvo que ya regresó
a su humilde morada…”



16 octubre 2014

Haya Paz








 

Fue silencio una noche de verano,
en medio de una inmensa quietud
e igualmente colmada en plenitud,
cual masacre derriba una multitud
enzarzada en trance cercano
a dispar huerto de secano.
“¡Acérquense con la mayor prontitud!”,
casi atinaba a decir un coreano
para que se diesen la mano
como dos célebres hermanos.

Despierta entonces una gran inquietud,
pues ni nobleza ni exactitud
fueron sendas adoptadas temprano,
saludando así al soberano,
quedándose por ello liberados
del yugo con que fueron amansados,
convirtiéndose en imagen de virtud
y dejando de un lado la ingratitud.