16 octubre 2014

Haya Paz








 

Fue silencio una noche de verano,
en medio de una inmensa quietud
e igualmente colmada en plenitud,
cual masacre derriba una multitud
enzarzada en trance cercano
a dispar huerto de secano.
“¡Acérquense con la mayor prontitud!”,
casi atinaba a decir un coreano
para que se diesen la mano
como dos célebres hermanos.

Despierta entonces una gran inquietud,
pues ni nobleza ni exactitud
fueron sendas adoptadas temprano,
saludando así al soberano,
quedándose por ello liberados
del yugo con que fueron amansados,
convirtiéndose en imagen de virtud
y dejando de un lado la ingratitud.



La Sinrazón







 Sollozos ahogados en un pozo
de aspiraciones revoltosos,
los cuales, quejosos suplican
por cambios que no claudican
ante el ruego masificado
de los miserables desolados.

Advenediza euforia, efímero gozo
son propios de seres caprichosos.
Hechos recientes magnifican
paupérrimos manjares que pican
unos “pocos” millares frustrados
por fraudulentos cuentos contados.

Duermen todos “ellos” perezosos,
mientras laboran “otros” pasmosos.
Unos cuantos clérigos predican,
mas sólo Dios ve “lo que cotizan”.
De diatribas estaban cansados
y por los congresistas, hollados. 


                                    ¡Intocables, cuando menos victoriosos!
                                      Al populacho le son deshonrosos.

 Hable de millones y ellos brincan;
falsas ganancias, pues perjudican.

Lo que no se “ve” es desechado,
y los que muestran, desdichados.







Atardecer de un Reino









Dos mil noches insomnes son
tremendas de indignación
para aquellos que el alma dejan
en vanas y fútiles promesas,
barnizadas éstas
por ladina imaginación.

Terciopelo o Veneno,
suaves y a su vez traicioneros.
Perfidia en el aire se perfila,
con prosa,
pero
sin prisa.

Ralo interregno regido
en veleidades sumido
es de desidia resultado,
tras haber sido así vencido.

De falsa moral ilustrado,
víctima es de la risa,
escarnio e ignominia
al haber sido magullado
por su propia cornisa.


De yerma tierra ahora hecho,
-se desangra y desgrana,
apergaminado rostro-,
camina ahora avergonzado
en su orgullo maltrecho.

Un Héroe o Villano,
de leyenda caballeresca,
o tal vez quijotesca,
ducho fue en lances y pillaje,
mas ahora es perdido en mar de arbitraje.





Humildad

 






 

Mil delirios de grandeza
vienen a mí con presteza;
mas duran tan sólo un segundo,
tiempo justo hasta que me hundo
en amarga y honda tristeza
tras saberme en medio de tanta vileza,
la cual tapiza a este mundo
cubriéndolo de dolos tan profundos.

Tanto lo son éstos, que con dolor y aspereza
se enfrenta uno a ceder, sin saberlo, su más humilde riqueza.

Será la Providencia quien elija al que baje al inframundo,
¿lleno de merecida condena?
Pues ésta, aplicada no fue al que pan quitó al moribundo.
Hablando con franqueza
de tan absurda fiereza,
sólo cabe esperar a que Reyes, Infantas y Condesas
acaben saldando su abundo
con la más apremiante viveza.




La Estafa







Aparejos de labranza
para tiempos de “bonanza”
en bucólico paraje,
que apenas posee rodaje.

Comienza salvaje “danza”,
habrá que tener templanza.
Mire tenga usted coraje,
pues tremendo el sabotaje.

Contrito y caído en andanzas
deambulaba por las plazas
un labriego, su carruaje
y su pobre y raído traje.

De gente una mezcolanza
fue comprimiéndole a ultranza
como inhumano cordaje
de pirata al abordaje.

¡Santo Dios de la Esperanza!
Cuida al pobre “Sancho Panza”,
que no hace ya homenaje
al causante de su viaje.