La brisa del levante
Envuelta viene en su prole de lisonjas,
Húmeda, a veces rota,
Entre resquebrajos de inquebrantable
Campo —en apariencia—,
Que hoy plañe por su boca hambrienta
Demandando chufa, dátiles o alcachofa.
Y, quizás o mejor... ¿arroz bomba?
De rapsodia a salmodia indeleble
Devienen sus Fallas ahora,
En busca de un pescante
Al que asirse y convertir en clavo ardiente
Aun rescatado del fango
Que puebla hasta el rincón más vago.
¿Con su incandescencia sinfónica volverán?
¿Esas sus llamas a peinar el cielo volverán?