Mis manos...
Desabridas, amanecen laceradas
A falta del contacto de tu tacto.
Mis pies...
Aletas de pez buscando confusos
Su equilibrio en el aire usurpador de su océano.
Mis ojos...
Aves enjutas, blancas palomas
Con pretensión de ser águilas en tu cielo.
Mi mente...
Primorosa, tu advenimiento aguarda,
Instante en que toda ilusión vuelve a la nada.
Mi voz...
Dulcemente, entona y te toma la palabra
A la espera de tu faz, que todo velo desvela.
¡Manos, pies, ojos, mente, voz!
Sea, pues, que al Conocimiento abramos la puerta,
Donde Todo... Es Uno.
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