Sus
ojos susurraron un ‘te quiero’
con
sólo probarla.
Sus
labios vieron su sueño afirmado
con
sólo rozarla.
Sus
manos aspiraron de sus poros
su
esencia entera.
Su
pecho dilató, latió y saltó, y, al tiempo,
lo
hacía el de ëlla.
Sus
cabellos trémulos peinaron
su
risa en el viento.
El
sudor y sus gotas sopesaron
las horas
en su lecho.
Un
estremecimiento apurado,
derritió el hielo…
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