23 noviembre 2017

Corazón de hojalata




Mayores del mundo
Condenados al ostracismo,
De pletórica juventud
Y miles de sueños anidados,
Hoy deambulan –los más– mendigando
De su gente, atención y consuelo.
Es obvio que están en su derecho.

Sus mentes a sus recuerdos imploran
Que cuando emprendan su viaje,
No les olviden a ellos
Y convertidos acaben
En lanceadores de molinos eternos.

Mas son artistas indirectos
Pues de lo que un día fueron
Tan solo restan tristes caricaturas
De sus antañas aventuras.
¿Y cómo así? ¡Hay que asear las calles
De bocetos inútiles,
Cuando menos, infames!

Y ¡qué mejor manera de archivarlos,
Que en carpetas con forma
De “hogar de ancianos”!
Se conforma la senectud,
entonces,
–Si le respeta la suerte–,
Con celebrar sus bodas de esmeralda,
Pues si se dice que hay sequía,
Es porque sobra corazón de hojalata…



22 noviembre 2017

Prólogo



«Los tiempos cambian pero, más que cambiar, se repiten cíclicamente con ligeras variaciones. Bajo dicha premisa, esta novela me invita a hablar sobre la teoría acerca de la existencia de… ¿vidas pasadas?, ¿de cómo su influjo persiste a lo largo de la propia vida de cualquier individuo?, ¿de que dicha influencia puede que no sólo abarque años, lustros o décadas sino también siglos (como es mi caso)? De lo que sí os hablo con total seguridad es de la reacción ante situaciones límite, de cómo el Destino acaba reubicando cada “pieza” en su lugar, eso sí, a su debido momento; y de cómo el Amor (no sólo por uno mismo) acaba triunfando….

»En este sentido, comencé mi andadura como Leonard Orson Owen, soldado voluntario del Ejército del Potomac, luchando contra las aspiraciones secesionistas de la Confederación, imperante en los estados sureños durante la Guerra Civil para luego volver a la vida, ya inserto en nuestra era, bajo una nueva identidad: Noah David Brown, encarnando así al médico que pedí desesperadamente instantes previos a fallecer en acto de servicio, viéndomelas desde entonces contra enfermedades del Sistema Nervioso Central –vía quirúrgica– en uno de los mejores hospitales de Los Angeles, California.

»Sin embargo, no fue ése mi único “frente abierto”, pues en esta reencarnación descubrí que no vine solo; me vi envuelto en una relación amorosa apasionantemente conflictiva; intenté incluso convivir con las incursiones esporádicas en mi día a día de “mi supuesta vida pasada”, si es que no es producto de mi delirio por culpa de mis constantes dolores de cabeza, además de compaginarlo todo con mi otra faceta: la de espía. ¿Mi misión? Es un secreto, obviamente. Sólo me atrevo a compartir contigo dos palabras: Normand Jones, o N.J. que es como lo conozco. ¿Habrá algo más tras este sujeto y que no conste en la información suministrada por mi mentor? Con independencia de aquello, espero que mi carrera como médico no se resienta por semejante compromiso. Mi gran temor, no obstante, es verme obligado a luchar contra mí mismo como daño colateral. Lo único que saco en claro es que TODO empieza y termina en CASA…»


18 noviembre 2017

Calladas





Calladas.
Hemos estado calladas.
Calladas aguantando en la sombra,
¿de quién? De otra humana:
Violencia la llaman.

Por la sombra de un puño eclipsadas
o un insulto o un grito o una patada,
pues las hay cuya vida es defenestrada.

Lloros,
lamentos…
Éstos silencian su alma
mancillada,
contrahecha,
ajada…

¿Por qué no dicen nada?
¿Por qué no hacemos nada?
Un soplo, una escucha, una llamada…
Algo dentro regurgita, oprime, anega, contagia
la magia del miedo,
que para pulsaciones de la carne mermada…
De sueños rotos su historia,
promesas cumplidas de frágil creencia:
proclamas, marchas, pancartas que protestan
para, finalmente, una cifra.
¿Cuál?
La de una más enterrada:
una generación, una familia, una hija y una mujer, calladas.