Son tantas las heridas del corazón
que a modo de puñaladas inscritas
aporta cada una su interrogación,
pidiendo a una su terrible solución:
contesta, ¿qué somos entonces tú y yo?
Esta es la perpetua cuestión maldita
cual nunca ha habido de aquí a su fundación.
Sorpresiva, es causa ahora de ilustración:
qué somos, íntimos amigos somos
y tanto que a confidentes llegamos...
En enormes tomos albergábamos
días y noches a que aspirábamos
cuando, al fin y al cabo, nos decíamos
que "lo uno y también lo otro y amantes somos".
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