15 julio 2016

Romance Imposible





 

Bajo ese manto estrellado de Julio, los verdes árboles –ya oscuros– 
a la clara timidez de la Luna culto rinden, ríen y aplauden. 
Sólo es la música que tañe el viento Abrego la que, con sus bemoles, 
a la gran Diosa de la noche honra cuando el Astro Rey duerme 
y al tiempo sueña con sus mil amores. 


Justa (en) mente, sus sueños custodia y guarda, vigila y mira, 
cual centinela con profundos ojos negros, siempre alerta, 
por si un rayo fugitivo de su amo se libera y contra él, 
quedar convertido en mortal centella. 


Así, la ‘Gran Amante’, manda sus lágrimas en lluvia de estrellas 
para en los albores de la mañana, éstas sanen de su ‘Novio’ las llagas. 
«¡Eternamente juntos, mi ‘Blanca’…!», tierna y tristemente el Sol exclama. 
Pues la paradoja es que mientras en el mismo, señorea Ella de la noche la sombra, 
es Él el que gobierna y rige la luz del día… 


Por eso, antes de dar las buenas noches y saludar al nuevo día, 
le piden a Dios que ojalá pudieran verse las caras…