Estaba uno, a media noche
en turgente y convulso mar
de tibias sábanas blancas
tratando, pues, de no ahogarse.
A aquel llegó con derroche,
con un esfuerzo ampuloso
yaciendo ahíto y presa
de un ensalmo entre clamores.
Tímido e invisible brazo
el que envía sus caricias
-díscolas, pero sumisas-
a su bravo y lácteo torso.
yaciendo ahíto y presa
de un ensalmo entre clamores.
Tímido e invisible brazo
el que envía sus caricias
-díscolas, pero sumisas-
a su bravo y lácteo torso.