07 marzo 2016

Degradación





Para que un olvido en la memoria
no hunda esta historia por traspié,
tanto da la clase o tipo,
si es pergamino o el cuché es.
Me encomiendo a escribirla
y, si acaso, otro aún poderla leer.

Como escritora no me veo,
ni tan si quiera una nobël.
Ni a la fama yo aspiro
ni al honor del estrés.
Es que en mi mente no admito
que este Mundo esté al revés:
mientras pocos hacen de sí un mito, 
otros tantos ven un mito el comer.

Quiera Dios, pa’ el final rubricar,
que una larga vida me dé...
Cuestión crucial me persigue
y urge ésta resolver:
¿A qué el Campo Santo en la urbe
si el vasto Mar ya abre su boca
para serlo él también?
La aguda y cruda respuesta
es que “qué le vamos a hacer...”